Apunte del
Director:
DOLOR,
INDIGNACIÓN Y FEMINICIDIO
Colombia ha dejado de ser un Estado de
derecho y se ha convertido en un Estado mediático. En el que los medios de comunicación marcan el ritmo al
que deben marchar quienes han caído en sus fauces.
El hecho doloroso que aconteció con el
accidente aéreo en donde perecieron 71 personas, la mayoría pertenecientes al
equipo Chapecoense, de Brasil, “se vendió como pan caliente” y los que se
declaraban doloridos por el hecho,
consumían lo que les arrojaban los mercantilistas noticieros de televisión, al
desayuno, almuerzo y comida, como si pretendieran cauterizar el dolor
repitiendo imágenes escabrosas, que personas verdaderamente doloridas no repetirían.
Luego llegó la indignación. Una semana después Yuliana, la niña de siete
años torturada, violada y asesinada, se convierte en el nuevo menú de los
noticieros. Mañana, tarde y noche
repiten las escenas, los testimonios, el dolor de los familiares, queriendo
traducir la “indignación de los colombianos”.
Indignación que entendida como la ira
ocasionada por un acto salvaje, no
explica el morbo de un colectivo que no sacia sus ansias de consumir lo mismo,
al desayuno, almuerzo y comida.
Pero de las cosas más preocupantes,
sobre todo del último hecho, es que por lo mediato de los mismos y la velocidad
con la que inundan de información a la audiencia, esta cae en la trampa y traga
entero las posibles soluciones para esta clase de comportamientos.
La castración química o la cadena perpetua
para abusadores de menores de edad se esgrimen con destreza como si la solución
del problema fuera superficial, individual, aislada.
Colombia urgentemente tiene que adoptar políticas públicas de salud mental. Y analizar
cómo esta se pone a merced de diferentes medios, afectándola
evidentemente y reflejándose en los hechos que ocurren diariamente contra principalmente
las mujeres.
Se levantan las voces por el
incremento de feminicidios en el país, pero no se pone la mano en la llaga;
solamente el dedo lejos de ella.
El cómo le estamos inculcando a
nuestra juventud el valor humano que
tienen las mujeres y su aporte como elemento fundamental de nuestra sociedad,
es un factor importante para entender el abuso, la agresión, el desprecio (casi
odio), la rabia y la minusvalía de su ser.
Y esos mismos medios de comunicación
que envenenan con su sobredosis “deformativa”, y que se indignan y duelen con
el pueblo, por el otro lado callan cuando les conviene, o se soslayan cuando
necesitan proteger a alguna de las personas que utilizan como estrellas.
Lo que regurgita Maluma al lado de
otros en lo que han llamado, en un adefesio idiomático, “Cuatro babys”, es una
parte de la explicación del por qué el comportamiento irracional y bárbaro contra la
mujer.
Cosificada en su ser, degradada hasta
el último escalón de artículo sexual, difícilmente se puede esperar una
sociedad (no solamente machista) que la respete y ubique en el sitial que le
corresponde.
Trascribir el texto completo de “Cuatro bebés” (observe que no determina
sexo) va contra cualquier principio ético y moral.
Y es la moda en la que los padres introducen a sus
hijas e hijos; ellas aprendiendo a ser víctimas y ellos asumiendo el rol del
macho maltratador.
Las vemos a los cinco y seis años
repitiendo estas letras; programándose para mañana ser violadas y asesinadas, o
en el mejor de los casos expuestas a maltrato sicológico porque “así debe ser”.
Seguramente muchos padres que son consumidores habituales
de esta clase de productos los ven con buenos ojos considerándolos inofensivos
o tal vez, en algunas regiones machistas del país, se identifican plenamente
convencidos de que ese es el orden
social de mujeres y hombres.