VIVIENDO CON LOS
ENEMIGOS
“Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen”. Benjamín Disraeli.
La diferencia que puede
existir entre una ciudad, una parroquia, la vereda o cualquier poblacho, puede
depender del cumplimiento de sus leyes implementadas para armonizar la
convivencia.
Entre más municipios conozco y con más
representantes de gobiernos cercanos a Girardot dialogo, más me convenzo de la
distancia que nos separa de aquellos que, al menos, intentan regirse por las leyes establecidas.
Basta con revisar situaciones
elementales para evidenciar que convivimos peor que las fieras en la selva; en
su inhóspita espesura rigen unos códigos ancestrales que condicionan y
determinan la supervivencia de las especies.
El que cruzó sus límites ¡perdió!
Nosotros aquí no; la
constante ha sido por años libertinaje para todo el mundo; de vez en cuando
algún chivo expiatorio –un menso de reserva-
termina siendo sometido a escarnio público.
¿Un ejemplo? El mal nacido perifoneo comercial que estalla
impasible y se enreda como una serpiente constrictora invisible; la que permisivamente
asfixia a Girardot, hasta agotarla, con
la complacencia abusiva de quien debería prohibirlo.
Ya deben estar abriendo
los ojos aquellos que, por ignorancia o laxitud, permiten esta actividad
autorizando desde vendedoras de chorizos hasta circos espantosos de pueblo que
agreden literalmente la tranquilidad.
El Decreto 948 de 1995
del Ministerio del Medio Ambiente, lo prohíbe en su totalidad.
El Artículo 50
es contundente: “Promoción de ventas con
Altoparlantes o Amplificadores: No
se permitirá la promoción de venta de productos o servicios, o la
difusión de cualquier mensaje promocional, mediante el anuncio con
amplificadores o altoparlantes en zonas o vías públicas, a ninguna hora”. (El subrayado es mío).
La misma norma subraya
en su Artículo 44 que los altoparlantes y amplificadores se encuentran prohibidos en zonas de uso
público.
Sí existen situaciones
en las que se amerita el perifoneo, y el
Decreto deja abierto el espacio para su
uso sin autorización: prevención de desastres, la atención de emergencias y
difusión de campañas de salud. Y con autorización previa se pueden utilizar
estos equipos para la promoción de actos
culturales, deportivos, religiosos o políticos. (Artículo 44).
¿Si la restricción
existe por qué en Girardot no se hace cumplir? Porque es claro que si perturban
la tranquilidad y atentan contra la salud de manera pública y reiterativa, tienen
la autorización del ente municipal y
pagan un impuesto por mortificar. (A no ser que se les permita atentar de
manera gratuita).
Hay un agravante. Que pasean por todos los sectores prohibidos,
como centros geriátricos, centros hospitalarios, bibliotecas, parques, colegios.
(Resolución 0627 de 2006).
Personajes que no
pertenecen al municipio desfilan orondos con sonidos estridentes; y no
contentos con aturdir desde sus vehículos destartalados, proponen una competencia desleal contra los comerciantes de Girardot, los que llevan muchos años pagándole a la Cámara de
Comercio y a la administración municipal sus impuestos para funcionar
legalmente. ¿No le importa a la Cámara
de Comercio esta situación? ¿O su única razón de ser es recaudar?
Para qué malgastar
dinero ordenando la elaboración de un mapa de ruido que no va a servir sino
para llenar otro anaquel oxidado de estudios sin aplicar. Olvidan quienes ordenan malgastar nuestros recursos que los mapas de ruido se levantan para diseñar y “desarrollar planes, programas, y proyectos
preventivos, correctivos o de seguimiento”.
¿Qué antropólogo,
neurólogo, parapsicólogo, clarividente o mentalista podrá explicarnos el extraño gusto de nuestros
jerarcas de perjudicarnos, rotulándose públicamente como funcionarios inútiles?
No es un juego de niños
el último informe que se rindió del mapa de ruido en las instalaciones de la
Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, Alto Magdalena. Lo hemos
repetido en otras columnas y aunque parezca incisivo y hasta fastidioso, debe
reiterarse.
El problema del ruido
es competencia de todos nosotros, si no queremos terminar sordos como los que
han merodeado por el quinto piso del
edificio municipal. Ya con ellos es
suficiente.
Adehala: La concejala Marlen Orjuela, curtida ya de tantos años en
la sala del concejo municipal, tuvo una
brillante idea en la sesión ordinaria del 14 de junio de este año: Implementar
el pico y placa para los turistas. ¡Gran iniciativa para fortalecer el turismo de la ciudad! Definitivamente es más fácil exaltar que
pensar.
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