domingo, 30 de octubre de 2016






ESCOBAR Y VILLALBA



“Colgamos a los ladrones de poca monta, pero a los grandes ladrones los elegimos para cargos públicos”  Esopo.


Hacer leña del árbol caído es deporte nacional. Porque así se disimulan pecados propios, se golpea sin riesgo a ser contraatacado y porque el morbo es el mejor estimulante y el aperitivo perfecto de los que se nutren con penas ajenas.

El alcalde y ex alcalde de Girardot, César Fabián Villalba y Diego Yohanny  Escobar Guinea, fueron detenidos según la Fiscalía General de la Nación el pasado jueves 29 de septiembre asestando el “Primer gran golpe contra la corrupción (…)”.

Por ser un tema difícil para sus familias, sus verdaderos amigos y su reputación, además por desconocer el proceso penal que se adelanta,  me abstendré de hacer juicios a priori que desinformen o hieran innecesariamente sentimientos respetables.

Prefiero  enfocarme en cómo los posibles casos de corrupción en los diferentes estamentos oficiales locales son consecuencia de la inacción, permisividad y complicidad de todos los que participamos como ciudadanos, desde la posición que sea.

Empiezo con los más responsables y menos humildes, los medios de comunicación. Sin importar si pertenecen a cadenas reconocidas o comunicadores independientes.

Gran número de estos mantienen a los funcionarios públicos, principalmente a los alcaldes, en una situación de “chantaje profesional” para inducirlos, sometiéndolos a críticas permanentes, a que terminen temiéndoles  y cediendo a sus exigencias. (Publicidad permanente y/o empleo para ellos o alguno de sus familiares).

Logrado su cometido, las críticas se convierten en lisonjas permanentes, desproporcionadas, invidentes, lejanas de la realidad y de la conveniencia del municipio.  Esta dependencia económica ha llevado a la investigación, crítica y rigor periodístico a su mínima expresión. .

El beneplácito y contubernio de los medios de comunicación con los gobernantes y subalternos es la alianza más letal contra la honestidad.  Muy bien lo decía Ludwig von Mises, “La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública”.

En segunda instancia se ha venido eligiendo a los herederos de la corrupción.  Que no haya sentencias condenatorias no quiere decir que las administraciones se hayan comportado con pulcritud sacra. 

En la antesala de cada una de las elecciones para alcaldías o concejos municipales siempre hay señalamientos repetidos sobre los mismos protagonistas.  Pero el pueblo elige el alfil propuesto por el mentor señalado como corrupto.

Los concejos municipales tampoco escapan de la responsabilidad de que se respire un aire puro en los pasillos de la alcaldía.  Mucho se ha hablado sobre las mal entendidas “mayorías” de esta Corporación que se arrellanan alrededor del alcalde, servilmente expuestas.
 
Muchas veces en la administración pasada y recientemente en este periodo, “las mayorías” obstaculizaron las citaciones a funcionarios públicos como la secretaria de hacienda, para que rinda cuentas de su cartera.  ¿Qué mensaje ético transmite que  unos funcionarios públicos que deben ejercer el control político, faciliten a quien maneja las finanzas del municipio, que no se presente a rendir su informe?  Un informe que no le pertenece ni a la secretaria ni a los concejales,  sino ¡a toda la ciudadanía!  ¿Qué se esconde o qué no se debe saber?

Girardot presenta un índice tan alto de desempleo, que como en el caso de los medios de comunicación, el mayor empleador es la alcaldía; esto hace a muchos considerarla como su única opción de trabajo, al costo que signifique.  Una vez adentro la obligación de conservar el empleo los expone a situaciones que van  contra sus principios, voluntad y dignidad.


Los emergentes y trepadores también cuentan. Son una especie que carcome y mella sin escrúpulos las bases morales y financieras del municipio.  Llegan famélicos, raídos y enchancletados a provisionarse con los dineros públicos para por primera vez abrir sus cuentas bancarias o endosar a terceros lo sustraído de las arcas municipales.

La falta de valor civil ayuda a que los abusos y chanchullos proliferen sin investigación ni castigo alguno.  Todos hablan pero ninguno denuncia ni sostiene.  Cabalgan los corruptos sobre el miedo y la sumisión de sus víctimas, y estas, se hincan para recibir azotes y espuelazos sin rechistar quejido.

Seguramente el exceso de trabajo de los entes de control hace que el ciudadano perciba lentitud en la investigación o falta de efectividad de la misma; en el caso de Diego Escobar la Fiscalía General de la Nación informó drásticamente sobre su captura.  Posteriormente se supo de fuente distinta, (El Espectador, octubre 10 de 2016) que “(…)la funcionaria judicial ordenó la libertad inmediata del secretario de salud de Cundinamarca, Diego Escobar Guinea. Se determinó que se presentó una irregularidad por parte de la policía judicial en la detención otrora ex alcalde  municipal”. 

Pero lo que no se sabe y confunde al ciudadano es por qué no se ha emitido una nueva orden de captura o al menos que el ente de control, al que le corresponda, explique a la opinión pública qué procedimiento se sigue en estos casos.  Una explicación necesaria para la comunidad.

Que una vez sentenciados, si sucede, estos o los otros, no aparezcan los mejores exponentes de la moral y el buen gobierno con sus gastadas maniobras inquisitorias a pregonar que lo advirtieron.  Todos en grado sumo tenemos una responsabilidad ineludible e innegable de lo que sucede en la alcaldía municipal.  Muchos por acción y muchos por omisión.

La Justicia determinará qué sucede en este caso en especial.

Esta situación debe aprovecharse para examinarnos moralmente y replantear el futuro de Girardot, que no puede perderse en los fondillos de los pantalones de quienes posando de honestos le exprimen al municipio hasta su último peso.





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