LEJOS DE LA CIVILIZACIÓN
Mujer con Espejo 1987 (Bronce) |
Llegando por la autopista
Bogotá-Medellín, alcancé a percibir a lo lejos un vehículo con una calcomanía
en sombras de Pablo Escobar; alcancé a sobresaltarme imaginando que todo
Antioquia estaría impregnado de manifestaciones de afecto como estas.
¡Pero no, qué va! Me encontré con una cultura que siempre quise
constatar que existía, en medio de historias callejeras y reportajes
fantasiosos, de comunicadores sobreactuados, que buscaban vender más espacios
de sus noticieros y ganarse de pronto un premio nacional de periodismo
exhibiendo sangre a borbotones.
Acostumbrado a vivir en
una casi ciudad en donde todo es
imposible, en donde la socialización es anarquía, en donde las leyes son
inaplicables, en donde la ciudadanía es la que ordena en su conveniencia, en
donde la única empresa de aseo que tenemos trabaja como bien le place, en donde la “vocación turística” es de papel,
sin verdaderos sitios turísticos, para mi Medellín y sus alrededores son un
descubrimiento asombroso.
Después de escuchar
tantas discusiones sobre el metro de Bogotá desde años prehistóricos, me
alucinaba la idea de conocer el de Medellín. El que tienen como transporte
masivo atravesando toda el Área
Metropolitana, fuera del metro cable, el
metro plus, el tranvía y los alimentadores.
(Omití adrede buses y taxis).
Imaginaba una mole de
metal oxidada, sostenida de milagro en medio de garabatos, groserías y suciedad
luego de veinte largos años en servicio.
¡Parecen recién inaugurados! La pulcritud
es símbolo de su esencia. Y transporta
diariamente alrededor de 820.000 personas.
Los pasillos en donde
los pasajeros esperan la llegada de los vagones, totalmente brillantes, casi obsesivamente; y
de las veces que frecuenté las
estaciones debo decir, con algo de resentimiento, que nunca observé un papel
tirado sobre el piso.
La Cultura METRO se
impregna por los poros, se atomiza desde los parlantes, se lee en cada esquina,
se escucha rutinariamente, se huele en cada espacio.
Estación del Metro en Medellín (Colombia). |
Esta Cultura METRO
maneja acertadamente el concepto de las campañas para crear y fortalecer la
cultura ciudadana. Veinte años, sin
descanso, repitiéndole a los antioqueños
valores, principios y hábitos sanos de comportamiento en comunidad, han logrado
crear una sociedad más considerada, más respetuosa y más civilizada en el uso
de medios de transporte masivo.
El aseo es una
constante en todo el departamento; lo único que usted ve sobre la vía son las
hojas secas que han caído de los árboles y algún papel después de muchas
cuadras caminadas.
La basura de la noche
no la ve el ciudadano de la mañana. Al
amanecer las calles se encuentran completamente limpias, (igual que en San Andrés). Jamás percibí montones de basura posando
en los semáforos o tirada sobre los
andenes.
Todos los semáforos
funcionan y las vías se encuentran
ordenadamente señalizadas evitando que usted se extravíe. Igual en todas las vías intermunicipales de
Antioquia.
¿Publicidad política
pegada? Ninguna. Ni al borde de la carretera intermunicipal ni dentro de los
municipios (Bello, Guatapé, Itagüi, Medellín…) existe el rescoldo de la
publicidad de la última jornada electorera.
Me sucedió algo
sorprendente: caminando cerca a la Plaza Mayor un señor se encontraba lavando
con estopa y agua los postes metálicos allí ubicados. Sorprendido por un acto
que jamás había visto, me acerqué a
indagar para entender. El empleado
público me informa que está “quitándole las manchas” y que se hace
regularmente. Otro empleado, con una
espátula y un balde con agua iba retirando el poco papel que se encontraba
pegado en otros postes, diez cuadras adelante. Cuál sentimiento, ¿sorpresa o admiración?
Existen pasos
peatonales que carecen de semáforo
(recuerde en Girardot los de la calle 18 con carrera 12 esquina, o el de la
carrera 11 con calle 16 esquina) en
donde el conductor sabe lo que debe hacer… un alto para dar paso al peatón.
Asalta entonces un
sentimiento indescriptible, una rabia no agresiva, que busca muy adentro una
explicación razonable, convincente y creíble.
Porque en la casi ciudad todo es imposible y allá, 470
kilómetros lejos del sol, todo se ve tan
fácil que parece mentira o una alucinación
producto del cansancio de 7 horas de viaje.
Ninguna de las
anteriores. Lo que ha encontrado
Antioquia son unos gobernantes que han dado una lectura acertada a sus problemas y
trabajan de manera consuetudinaria
para alcanzar sus objetivos. Ha encontrado unos organismos, públicos y
privados, eficientes y eficaces que
cumplen su Misión y Visión con claridad meridiana. Un gobierno que ha entendido que la educación
es el pilar fundamental de progreso y
equidad, y una ciudadanía que a fuerza de escuchar, o por convicción, han emprendido el camino del respeto y la
armonía en convivencia.
No me vale lo que digan
de las comunas, de los narcos, de las “prepagos”, todo lo que tejen los que solamente garlan
porque sí; esas sandeces no me
importan. Medellín y todo Antioquía son
ejemplo incuestionable para Colombia.
Visto de cerca
comprendo que en mi casi ciudad
estamos a años luz de la civilización.
Publicado marzo 2016
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