viernes, 23 de diciembre de 2016




¡CARABINERA!


Capitán Paula Andrea Güiza Castellanos.

Alegre como un joropo y espontanea como un amanecer rojizo que se asoma desde el sin fin de la planicie, es la comandante del “Fuerte de Carabineros de Girardot Coronel Francisco Rodríguez Delgado”.

Llanera de nacimiento, con sus 1.76 centímetros de estatura, la capitán Paula Andrea Güiza Castellanos comanda el grupo de policías carabineros que se asienta en la vereda Barzalosa, en el muncipio de Girardot, Cundinamarca.

Haciendo gala de la hospitalidad propia de los llaneros prefirió dialogar con nosotros en medio de las caballerizas, los jejenes y caballos, en  lugar de su confortable oficina.

Ingresó a la Policía Nacional  con 17 años de edad; 11 años como oficial. En Cali se desempeñó como comandante del Escuadrón de Carabineros en Siloé.  Posteriormente pasó a Servicios Especiales, en la época que comenzó a regir la Ley de Infancia y Adolescencia.

Como teniente efectivo la enviaron a Villavicencio, su tierra natal, en donde trabajó cinco años; en Girardot está radicada hace dos años.

Su especialidad no son únicamente los caballos; recuerda que “luego del curso de carabineros me enviaron a la estación de carabineros de Cali en donde trabajé con caballos y perros;  y yo no sabía nada de los perros.  A raíz de eso me presenté a hacer el curso con perros y también soy guía canino; también adiestro perros.”

Guías caninos en una demostración en el Coliseo de Ferías y Exposiciónes  José Alonso Escandón.

Siente que la vida la ha premiado porque “los animales siempre me han gustado. Yo inclusive soy llanera. Estoy muy agradecida con la institución porque desde un principio me enviaron a los carabineros y después me brindaron la oportunidad de aprender sobre los perros…entonces yo vivo muy contenta aquí.”

La historia cuenta que hace cuatro años en seis hectáreas  se activó este fuerte carabinero, con una inversión de cuatro mil cuatrocientos millones de pesos y diez meses de arduo trabajo.

Cuando habla de la función primordial de ella y sus hombres es precisa en reconocer que “lo principal es el acercamiento a la comunidad en la parte preventiva; las actividades con los niños, con los ancianos, las actividades de protección al medio ambiente (…) lo que de pronto no hace la vigilancia porque está ceñida a conocer los casos de operatividad o delincuenciales. (…) Nosotros nos acercamos más a la comunidad por la parte académica, por la parte rural, por la parte ambiental (…)”

El fin de semana que concertamos la cita ella se encontraba en la graduación de los niños carabineritos. "El Programa de Carabineritos" que se llama así, se organizó para ocupar el tiempo libre de los niños,  y para que nos ayudaran en la parte social.  Entonces qué pasa;  hay una actividad de siembra de árboles en un sitio. Entonces nos vamos con los niños carabineritos y con los carabineros. Entre todos hacemos la labor social de la siembra de árboles.  Ocupamos el tiempo libre de los niños y hacemos una labor social muy bonita.”

La capitán Paula Andrea nos comenta que este año se graduaron 25 niños.  La edad mínima de vinculación es de ocho años y la máxima de quince años. 

Orgullosa recuerda que en el 2014 los carabineritos obtuvieron  el “Premio Nacional CAR”. Reconocimiento a la labor que desarrollaron en su entorno.

Pero hay algo más para resaltar de este grupo de niños: “(…) lo importante de este grupo es que tenemos unos niños con capacidad especial auditiva; ocho niños.  Vienen regularmente (…)  son de la fundación Seres.”

Le pregunto por algo que ignoran muchas personas.  ¿Cuál es la función de los carabineros en la ciudad? Nos dice que “(…) el carabinero está creado realmente para la parte rural;   pero en la parte urbana apoyamos principalmente en estadios y conciertos, para mitigar un poco el tema de la aglomeración (…)  con los caballos se puede hacer una determinado control de la multitud como no puede hacer el policía solo o con el solo bastón de mando. En cambio el caballito ayuda un poco a controlar (…).” 

Junto a las caballerizas mientras acaricia a Jacaranda, Jeremídas, Jeridas, Kael, o Rosillo, nos comenta que en el fuerte existen doce caballos y la mula llamada Laissa.  Todos vienen de los criaderos de la Policía Nacional; algunos importados de Argentina.

Ellos a los dieciocho años salen pensionados.  “De baja como tal”, y esboza una sonrisa inocente y divertida.  El centro geriátrico de estos veteranos que han cumplido su ciclo se llama Verdum, en San Martín, Meta.

También manejan el tema de los ofidios.  “Es una capacitación que se dicta a raíz de que el intendente Gutiérrez, el que maneja el grupo de carabineritos, ha estado muy atento (…);  ha hecho muchos cursos del tema de ofídicos. Él le ha enseñado a los niños y estos  han transmitido esa información en charlas de colegios y universidades”.




Capitán, le pregunto yo, pero mujeres carabineras no hay muchas.  Ríe nuevamente: “A nivel de Policía Nacional somos poquitas, a nivel de carabineros también.  Precisamente la Dirección de Carabineros pensó en eso y creó dos grupos de mujeres; uno que se llama el Escuadrón Femenino Operacional. En ese las niñas no montan a caballo pero están con su traje de fatiga y hacen acercamientos a la comunidad con actividades lúdicas.  El otro grupo es el Escuadrón Femenino Montado (…)  Son 25 a 30 niñas en cada grupo. 

Terminada la entrevista, bajo un sol vespertino, como la excelente anfitriona que es,  nos acompaña hasta la entrada del fuerte. Su mano extendida con firmeza nos confirma que frente a nosotros estuvo una comprometida oficial  de la Policía Nacional de Colombia, enamorada irremediable de los animales.

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