¡VIBRÁFONO, CUCARRONÓFONO Y
GRAN INSPIRACIÓN!
“(…) alguna vez estuvimos en la misma posición de ellos, de no saber absolutamente nada y ver muchos músicos grandes y uno decía: «¡guau! Qué increíbles son y nosotros queremos llegar a eso» (…) y alguna vez fueron nuestra motivación y (…) ahorita se voltean los papeles (…) llegar a los jóvenes es importante porque para ellos va a ser motivación, va a ser poder descubrir otras cosas que de pronto no han podido encontrar habitualmente en sus vidas”. Víctor Hugo Castrillón – Pianista y director de Amaretto Ensamble.
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Los hermanos Camilo y Sebastián Trejos en los extremos. Víctor Hugo, pianista y director de Amaretto Ensamble; David Camilo Heincke al tiple y Ricardo Díaz, clarinetista.
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He optado por dar rienda suelta al placer de escribir sobre un tema exultante, pletórico de sencillez, excitante. Porque precisamente cuando el hombre permite que las bajezas morales se impongan a la sensibilidad del espíritu, se va perdiendo de manera insospechada el hilo conductor que alimenta a la vida.
Amaretto Ensamble, un grupo de jóvenes que impregna folclor latinoamericano y colombiano, hizo explotar el auditorio del Banco de la República de Girardot el pasado 12 julio, en un concierto que duró más de una hora por petición del público.
No valieron los gestos de cansancio físico ni las bromas explicando que la presentación ya había terminado. La mayoría de los asistentes pedía de pie y con aplausos que la conexión que Amaretto Ensamble había establecido con ellos no se rompiera.
No es fácil describir lo que este grupo de muchachos venidos de Pereira, Armenia, Chinchiná y Riosucio (Caldas), fueron capaces de transmitir con una espontaneidad y facilidad casi que inédita en los grupos artísticos de gran nivel. Con ellos se rompe el celofán con el que muchos envuelven el arte.
Ese celofán ha logrado, equivocadamente, presentar lo artístico como un ornamento exclusivo que no le es permitido a ciertos estratos sociales. Nada más alejado de la intención del artista, que es hacerse conocer de “todo el mundo” y, de la esencia del arte mismo, que en parte es enaltecer la condición del ser humano dignificando su existencia.
En la mañana del mismo día de la presentación, Amaretto Ensamble se involucró con un grupo de niñas y niños de un establecimiento educativo cercano al banco.
Los hermanos Camilo y Sebastián Trejos, en bajo y percusión, acompañados de David Camilo Heincke en el tiple, Ricardo Díaz en el clarinete y Víctor Hugo Castrillón en el piano, motivaron a los chicos llevándolos al extremo de lo desconocido. Les permitieron sentir los instrumentos con cada una de las interpretaciones y explicaciones que ofrecieron con la sencillez de quien concibe el presente como resultado del pasado. Ellos también fueron niños.
Con la propiedad de un ser humano sensible, Víctor Hugo, el director del grupo, manejó con afabilidad el alboroto emocionado de aproximadamente ochenta adolescentes.
Preguntas y exigencias de todo tenor irrumpieron en el auditorio del Banco de la República; “¡que el señor del bajo cante un reggaetón!; que cuántos años suman todos; que a qué edad aprendieron a tocar los instrumentos, que cuánto duraron aprendiendo”. Dudas iban y venían. La primera parte había sido un éxito. Habían conectado con las niñas y los niños.
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Amaretto Ensamble, en un "concierto pedagógico" con alumnos de una institución educativa de Girardot. |
La noche llegaría trayendo consigo nuevas sorpresas.
La primera fue que el público, como algo inusual, comenzó a llegar antes de las seis y quince de la tarde; a las siete de la noche la fila para ingresar era extensa y se presentía que no habría espacio “pa tanta gente”. En efecto algunos asistentes disfrutaron del concierto sentados fuera del auditorio.
Los artistas llegaron vistiendo trajes de color negro; una corbata del mismo tono se anudaba a sus voces sin lastimarlas. El concierto estaba por empezar.
De ahí en adelante todo fue sorpresa. La celebración inesperada de los cumpleaños de Ricardo Díaz, el clarinetista y la interpretación de “Juambuco”, inspirada por su sobrino. ¡Vaya historia personal e íntima que relató!
No quedó atrás la emoción del director Víctor Hugo, cuando interpretaron “Anhelos”; un bambuco de su autoría creado junto a Harold Correa.
La innovación no faltó. Sorprendieron con un instrumento al que llaman “cucarronófono” con el cual interpretaron el pasillo “El Cucarrón”. Es un insecto artificial dispuesto sobre una rueda de bicicleta, que al hacerla girar produce el sonido del coleóptero, y que como todo lo de ellos, tiene su propia historia sentimental.
El don de gente, la sensibilidad, el humor fino, el respeto, el talento artístico y el compromiso con el público, hacen de Amaretto Ensamble un grupo musical auténtico, que rompiendo paradigmas y formatos preestablecidos, incursiona, por su cercanía con el público, en un terreno desconocido para los demás grupos y tal vez escandaloso para algunos críticos anquilosados y conservadores.
Una vez más el Banco de la República aporta con esta clase de espectáculos culturales al reconocimiento de artistas colombianos y a la divulgación y salvaguarda de nuestro patrimonio musical.