LA CIUDAD DE LOS CIEGOS
“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que
ven, ciegos que, viendo, no ven”.
“Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago.
Panorámica parcial del primer piso de la Plaza de Mercado de Girardot (Colombia) |
Mientras nos debatimos en polémicas bizantinas y campañas
politiqueras que sirven a las grandes superficies y mal llamados fruver, la plaza de mercado de Girardot
se desmorona imperceptiblemente y amenaza con dejar al municipio sin la joya
arquitectónica más importante de toda la comarca. Sin desconocer su importancia
en el plano socioeconómico y cultural para la región.
La plaza de mercado en Girardot es otra materia que se
pierde por ausencia de voluntades; ¡todos unidos contra ella! La Cámara de
Comercio, el alcalde, la academia, el concejo municipal, Ser Regionales, y la
gran mayoría de los girardoteños han subvalorado su importancia y la necesidad
de cobijarla con políticas públicas que aseguren la supervivencia de sus
comerciantes, muchos de ellos campesinos.
Algo totalmente diferente sucede con varias personas que
llegan de lejos a conocernos. El maestro
Carlos Humberto Illera Montoya, antropólogo de la Universidad del Cauca e
invitado especial del Banco de la República de Girardot, solo tuvo elogios para
ella. Cuando la nombra parece uno más de
los nuestros, con una emoción que se desborda por la comisura de sus labios y
se va agolpando hasta convertirse en sonidos altos y exclamaciones que exaltan
sin hostigar.
El amor aparece a primera vista cuando con exultación confiesa “¡Me enamoré de la plaza de mercado de
Girardot! (…) me enamoró su arquitectura; ¡es una arquitectura preciosa! ¡Es una arquitectura bella!”
Pero una rabia convertida en descontento lo hace continuar
diciendo, “No entiendo cómo no son
conscientes los girardoteños de que en su plaza de mercado tienen un MonumentoNacional. ¡Tienen una joya
arquitectónica!”
A pesar de ello continúa elogiándola por sus características técnicas y
naturales. “Es una plaza de mercado
refrigerada, es una plaza de mercado con vista (…) con paisaje (…)”.
Su mirada punzante y escrutadora, inquieta, como queriendo
estar en todas partes a la vez, se endurece cuando recuerda que el segundo piso
de la galería (también llamamos así a la plaza de mercado) está totalmente
desaprovechado. “Me entristece, dice Carlos Humberto, encontrarme una plaza de mercado con tanto calor humano (…) qué
tristeza ver que esa plaza de mercado tiene a duras penas el setenta o sesenta
y cinco por ciento copado (…).”
La soledad carcome la historia del tercer piso - Plaza de Mercado de Girardot |
Tampoco se explica la razón para que en el tercer piso se
desaproveche tanto espacio. “Ese tercer piso es preciosísimo. Ese tercer piso tiene una ocupación de no más
del diez por ciento”.
Y realmente no nos explicamos quienes conocemos este sector
de Girardot desde la infancia, qué le ha faltado a los gobiernos municipales y
a las gentes que de alguna manera se han provisionado de esta enorme despensa,
para omitir unos y permitir los otros, la desocupación creciente del tercer
piso contrastada con el avasallamiento obstinado y permanente, además de la
invasión lenta pero continua, de los andenes y vías urbanas vecinas a la plaza.
LA COCINA Y MESAS LARGAS
Restaurantes en la Plaza de Mercado de Girardot |
Cuando se habla con el antropólogo Illera, el que lo hace se
ve abocado a escuchar una conversación excelsa, con un personaje que por su
inquietud personal y profesional se ha inmiscuido, ahondado, sumergido, en un
sinfín de materias y temas que enriquecen sus conocimientos y experiencia.
Por ejemplo, tiene un diplomado en Seguridad Alimentaria y
Nutrición de Unicauca; es técnico, nivel medio, en Alistamiento y Montaje para el
Servicio de Mesa, como también en Cocina Criolla Colombiana. Todos en el SENA (Servicio Nacional de
Aprendizaje).
Coloco estos pequeños ejemplos porque también lo sensibilizó el tema de la cocina como elemento cultural en la plaza de mercado de Girardot.
Su asombro sigue en aumento cuando expresa que “(…) es triste ver que por ejemplo la cocina
tradicional girardoteña no está presente en la plaza de mercado. Qué tristeza.
No hay un espacio en dónde desayunar o dónde comer comida tradicional de
Girardot en la Plaza de Mercado.
Teniendo tanto espacio físico que podía ser ocupado por establecimientos
(…) ofreciendo la comida típica de Girardot”.
Mesas largas - Plaza de Mercado de Girardot |
Como una consecuencia directa del campesino y comerciante
llegando a las plazas de mercado, amaneciendo, para ofrecer su producto, el
maestro Carlos Humberto relata esa historia que la mayoría desconocemos.
“El comerciante que
llega a una plaza de mercado normalmente llega del campo, (…) o llegaba del
campo…cuatro, cinco, seis de la mañana.
Esta persona que llegaba (…) de tres, cuatro, cinco o a veces hasta más
horas de camino, a traer su producto (…) para ese mercado, esa persona llega
con hambre o con necesidad de alimentarse; y normalmente no lleva un fiambre,
no lleva una comida preparada. Pero
llegan a un mercado (…) en busca de un comedor.
Entonces paralelo
también a los espacios para el comercio, surgieron con las plazas de mercado
las denominadas mesas largas; los comedores populares. Esos comedores populares que hoy en día
engrandecen y enaltecen a muchas plazas populares en el mundo. (…) En Madrid,
en Santiago de Chile, en Barcelona, en Ciudad de México; usted llega a la plaza
de mercado y hoy, en pleno siglo XXI, mucha, mucha, mucha más importancia
suelen tener los espacios de ventas de alimentos ya procesados en espacios de
ventas de comidas. Lo que en Colombia, o
por lo menos en mi región, denominamos las mesas largas”.
PLAZA DE MERCADO, GRANDES SUPERFICIES Y FRUVER
Angélica: Encimando amabilidad y simpatía al visitante - Plaza de Mercado de Girardot |
Con el tema de las plazas de mercado frente a las grandes
superficies y fruver se evidencia un
antagonismo que tiene que ver con el ser humano que interviene en este proceso
desde dos aristas y roles diferentes; el que vive del espacio comercial, y el
comprador que llega a cualquiera de las tres alternativas, encontrando ventajas
o desventajas para consumir el mismo producto.
Así lo interpreta inequívocamente el maestro Illera cuando
explica que “la plaza de mercado
garantiza el modus vivendi de los pequeños comerciantes. De aquellos que no están en capacidad de
entrar a competir con pulpos del mercadeo como son los almacenes de las grandes
superficies.”
¿Cómo ocultar el sol con un dedo? Es innegable, por lo menos en Girardot, que
las grandes superficies y fruver amenazaron
desde un principio la permanencia y continuidad de la plaza de mercado.
El mismo concepto, pero globalizado y con argumentos más
sesudos y sólidos, lo explica el antropólogo cuando sentencia que “cerrar una plaza de mercado es generar 200,
300 ó 400 necesidades adicionales. Es
quitarle el pan de la boca a 200, 300 ó 400 familias.”
Me maravilla esa comparación casi romántica que hace el
maestro resaltando los beneficios de los compradores en la plaza, que bajo
ninguna posibilidad ofrecen las grandes superficies. Es mágico pensar que “El comprador, el usuario, es el que debe respaldar su plaza de
mercado. (…) Que se acuerde de una cosa: en las grandes superficies no le fían,
no le prestan, no le dan ñapa, no le dan encime. Allá, en la plaza de mercado, le dan ñapa, le
dan encime, le fían, le dan docenas de 13 y 14 unidades; les dan libras de 550
y 600 gramos. Les dan afecto y también
si necesita, le dan crédito” .
Por lo mismo es tan importante que el comprador perciba las
ventajas no solamente económicas que existen en este sitio ancestral por
excelencia.
Esta advertencia del maestro surge ante el inminente riesgo
que se cierne sobre la galería si los comerciantes y la ciudadanía no entienden
la importancia de apoyarla, fortaleciéndola y convirtiéndola en el gran negocio
de Girardot.
Hay un análisis que me parece muy jocoso; pero no por jocoso
deja de ser cierto. Y es que en la plaza
de mercado el comerciante ofrece el famoso “encime”
o “ñapa”. “Nos
enciman simpatía, cordialidad y amistad.
Cosa que no existe en ningún almacén de grandes superficies; porque esos
son espacios fríos, calculados solamente para que gane el dueño. Ganen los propietarios.”
CUIDAR LA PLAZA DE MERCADO
Estado de una de las escaleras que llevan al tercer piso - Plaza de Mercado de Girardot |
Cuando desde el comienzo de este artículo anotamos de qué
manera se enamoró nuestro invitado de su arquitectura, fue imposible que dejara
de recordar con la melancolía que lo ha acompañado durante toda la entrevista , el estado de descuido y
suciedad en la que encontró a una construcción
considerada como una de las más hermosas del país.
“Ayer veía yo con
tristeza las vigas de la plaza de mercado, que son tan hermosas (…) llenas de
telarañas. Yo pregunto ¿acaso el
miércoles por la tarde, que es un día de poco mercado, no se podrían poner de
acuerdo todos e invertir (…) no más de veinte mil o treinta mil pesos, que cuestan las
escobillas largas (…) y empezar por limpiar las telarañas?”
Seguramente él no se enteró que iniciando este año se
comenzó con la alharaca de que se iba a mejorar, asear y pintar. Constantes reuniones con unas expectativas
que crecían ante la insistencia de la administración municipal, hicieron
suponer que había llegado el momento para la plaza de mercado de Girardot.
Nosotros mismos, con algunas reservas y que hoy cobran
vigencia, reconocimos la tarea, advirtiendo eso sí, que ni era la panacea ni constituía
la solución a la recuperación del espacio público del municipio.
EL PLACERO: ¡PERSONA IMPORTANTE!
¡Color, sabor y simpatía! ofrece Celestino, el comandante Ramírez - Condimentos El Bucanero |
Es imposible concebir cualquier empresa, y en este caso
específico las plazas de mercado sin el insumo más importante e
irreemplazable: el ser humano.
Pero no es suficiente el ser humano valioso en su
individualidad. Se necesita el
complemento sin el que es imposible proyectar el éxito y progreso de esta
comunidad asediada por necesidades y conveniencias ajenas.
Illera Montoya así lo reconoce y lo hace ver resaltando la
importancia del placero dentro de la estructura socioeconómica y organizacional
del municipio. “Ellos son personas importantes (…) le prestan a la sociedad un
servicio social invaluable. Ellos no son
menos que nadie. Ellos son personas con dignidad, ellos son personas que tienen
un oficio digno, decoroso, respetable.
¡Y ese oficio hay que dignificárselo!
Pero estas personas no se convencen de eso. Se sienten menos que los demás (…)”.
Ante un reconocimiento tan noble y una aseveración tan
severa le recuerdo con una pregunta la estigmatización con la que esta
comunidad vive, hasta el punto de que se utilizan frases populares en donde se
establece una relación injusta entre la vulgaridad y el placero.
Y aunque él la reconoce sin ambages, también precisa en
decir que “(...) la estigmatización, y tengo
que reconocerlo, en cierta medida, ¡es merecida! ¿Y por qué es merecida? Porque si usted no
brinda seguridad al visitante, ¡usted no espere ser visitada! Entonces (…) atraigan a la gente con limpieza
y seguridad; y esa estigmatización empieza a desaparecer”.
Y remata haciéndole un llamado respetuoso pero directo a los
vendedores en la plaza de mercado: “Señores
comerciantes de la plaza de mercado…vístanse bien, vístanse limpios. Es que ser limpio y vestirse bien no es
vestirse de marca ni vestir costoso.
¡Pero si dignifiquen su persona a través de como se visten!”
LA DEMOCRACIA EN LA PLAZA DE MERCADO
No hay distingos de ninguna índole. De todas partes llegan a las plazas de mercado- Plaza de Mercado de Girardot |
La víspera a esta entrevista, el antropólogo y maestro Carlos
Humberto Illera Montoya, había ofrecido una conferencia en la Universidad Piloto
– Seccional del Alto Magdalena, precisamente sobre la importancia de las plazas
de mercado. Y Sandra Milena, que había
presenciado esta disertación le escuchó referirse sobre la “Democracia” que se
vive en ellas.
Por supuesto, en un país en donde la palabra Democracia se
encuentra exhausta, utilizarla para resaltar la generosidad de las plazas de
mercado en recibir a todo el mundo me pareció demasiado ingenioso y
definitivamente hermoso. Al responder
sobre la relación, su acento, en altos y bajos, producto de su emoción
desbordada, nos permitió graficar en la imaginación el encanto de sus palabras
explicando cómo la Democracia es absoluta y definitiva en las plazas de
mercado.
“No hay cosa más
hermosa que entrar en una plaza de mercado en donde a usted no le exigen
pasaporte, tarjeta de crédito; no le exigen garantía de ninguna clase. No le cobran por entrar. Entra el blanco, el negro, el feo, el bonito, el alto, el rubio, el pobre, el rico, (…)
entra el que quiere.”
“Pero cuando usted se
dirige a comer en una plaza de mercado, se encuentra las famosas mesas largas;
y en esas mesas largas y bancas largas, (…) usted no sabe ni pregunta quién fue
la persona que se sentó al lado. Usted
simplemente se sienta a comer. ¡En la
plaza se vive la verdadera Democracia!
Porque todos allí son
iguales; la señora, la marchanta. La
cocinera de la plaza de mercado (…) no hace distingos; a todo el mundo le sirve
por igual y a todo el mundo le cobra por igual.
¡Eso es Democracia!”
Tuve que deducir, al final de la entrevista, que la ceguera en esta casi ciudad es tan crónica que impide valorar en su entera dimensión la importancia de
nuestra plaza de mercado; así como nos ha llevado a subvalorar lo importante y
esencial, sobrevalorando lo asqueroso y despreciable que hoy horada
desvergonzadamente nuestros cimientos morales, económicos y humanos.
Entrevista realizada en compañía de Sandra Milena Pautt
Gutiérrez.
Color, textura y vida... Así es la Galería de Girardot.
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