LA BARBARIE
"Por el grosor del polvo en los libros de una bibliotecas pública puede medirse la cultura de un pueblo". John Esteinbeck.
Libros contaminados con hongo por una inundación en la biblioteca pública del barrio La Esperanza en el municipio de Girardot. |
En alguna ocasión cuando reprochaba la ausencia de bibliotecas públicas en Girardot, salió un funcionario de la alcaldía municipal y me corrigió orgullosamente porque ya el municipio contaba con tres de ellas.
A decir verdad no le presté importancia al argumento defensivo; creí,
eso sí, en su existencia.
Hoy cuando analizo cómo la ausencia de la cultura a través de los libros
ha logrado convertir a Girardot en una provincia rancia de vicios que van desde
el alcoholismo, pasando por la drogadicción, hasta la incapacidad de sopesar inteligentemente
nuestras mínimas necesidades humanistas, las que merecemos como seres humanos, me fui de gira a visitar
las bibliotecas públicas del municipio. (Vereda San Lorenzo, barrios El Diamante y La Esperanza).
Etimológicamente es posible que el nombre que reciben sea el indicado. Pero en la concepción misma de su razón de
ser, no lo es.
Voy a dar un ejemplo. La
biblioteca del barrio La Esperanza, dicen los “expertos” la mejor de las tres,
se inunda desde hace más de un año sin que la Coordinación de Cultura haya sido
diligente en solucionar el problema.
Lo que originó el daño definitivo
de una cantidad de libros que aún no han sido recuperados, y la negación de condiciones mínimas de
comodidad para sus asistentes. En cuanto
al fondo bibliográfico creo que hay mucho por discutir.
Lo que quedó del diluvio, obras académicas y literarias, duerme el sueño de los ignorantes, contaminadas
con hongo, arrumadas en un salón
desperdiciado que hoy solo sirve de basurero.
El 27 de febrero el salón estaba completamente inundado.
La bibliotecaria no se encontraba por ninguna parte; creí optimista que
estaba cumpliendo con el objeto de su contrato; trabajando con libros.
Estado en que se encontraba la biblioteca el martes 7 de marzo a las 10:30 de la mañana. La persona que saca el agua del salón es la bibliotecaria. |
No. Se encontraba sosteniendo la escalera del trabajador que intentaba
solucionar temporalmente la filtración del agua que la administración municipal
irresponsablemente no ha solucionado durante más de un año, junto a quienes nos han impuesto para que dirijan desastrosamente
el Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento y la Coordinación de Cultura de Girardot.
Esta insignificante muestra desvirtúa la razón de ser de las bibliotecas
públicas; explica de manera precisa por qué
ocurre lo que ocurre en Girardot administrativamente y por qué el ciudadano en general, con pocas
excepciones, se comporta como si el
municipio fuera un chiquero, aplicando la filosofía ancestral, que entre más sucio se encuentre más exquisita
es la carne del porcino.
Ese desagrado por convivir en
armonía, irrespetando las normas de
tránsito, el orden lógico de los derechos ajenos, la ancianidad, la mujer, la
pubertad femenina, la discapacidad o la diferencia de pensamiento, solo prospera cuando la educación, a través de la lectura, también se encuentra ausente de cualquier
posibilidad social o política pública honesta.
Esta casi ciudad hoy no tiene ni una sola librería. Todas por defecto cerraron sus puertas y se
marcharon amenazadas porque el licor, el
juego de azar, las drogas y la facilidad de comprar sexo a granel,
imperaron enalteciéndose como lo mejor que podemos mostrar como
sociedad.
Así se protegen los pocos libros de investigación. Cubiertos con plástico para salvarlos de la filtración del agua. |
Solamente queda como salvaguarda y promotora de cultura, ajena a la
administración pública local, la biblioteca del Banco de la República.
Sus números hablan de su contribución al sector cultural; 228.644
personas accedieron a alguno de los servicios ofrecidos el año anterior. La colección bibliográfica presencial consta
de 51.107 libros de todas las
características y temáticas, que fueron utilizados por 163.411 personas en el
2016.
Ella se ha constituido, bajo la dirección de Alexio Osorio Villegas, en
el faro que ilumina los caminos por donde las letras se pierden en medio de un
oscurantismo convertido en patrimonio
inmaterial del municipio del que muchos se enorgullecen por ser sus “forjadores”.
Para los que creen que las bibliotecas son arrumes de libros en desorden
para justificar políticas públicas, lamento defraudarlos.
Las bibliotecas son la otra alma de quienes las visitan. Gonzalo Oyarzún, chileno, presidente del
Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas, bibliotecólogo además, expresa que “Las bibliotecas, especialmente las públicas, son lugares de transformación donde la comunidad cambia y mejora su calidad de vida. Son espacios de experimentación de los sentidos, en un concepto amplio:laboratorios para las sensaciones, una oportunidad para leer, escribir,cocinar, olfatear y comer, un lugar para escuchar y también para cantar, una ventana al asombro donde crear comunidad”.
Recorriendo con detalle cada una
de nuestras bibliotecas públicas de Girardot y la carencia de librerías particulares, se comprende por qué se necesitan más policías en las calles. Porque los libros perecen en las manos de ignorantes
que desconocen su magia y su poder renovador.
Adehala: La Coordinación de Cultura tiene tan maravillado al alcalde Árbelaez que no contento con ratificar
a la coordinadora, le nombró otra asesora. ¡Cómo le cuesta a Girardot esta cuota
política! Con el agravante de que el padrino político de la Coordinación de
Cultura ¡tampoco aporta!
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