El Consejo Municipal de Cultura de Girardot
IGNORADO
Y HUMILLADO
“Los
alcaldes y concejales que han manejado Cultura han tenido la desfachatez de
echar al olvido el Consejo Municipal de Cultura". Irinarco Perdomo. - Poeta.
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“El
Consejo de Cultura de Girardot es un ente con letra muerta y sueños rotos". Tulia Elcy Sánchez M.- Empresaria.
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Hay empleados públicos que improductivamente
deambulan cerca a los entes que se les encomienda, de manera vegetativa.
El dinero que reciben del municipio los mantienen agarrados al cargo; ni siquiera la dignidad,
aquella que desearían arrancarle a los demás, la tienen para renunciar y no perjudicar a la sociedad, ni torpedear la posibilidad de construir ciudad, como en este caso, a través de la Cultura.
El Consejo Municipal de Cultura de
este periodo, como en otros, tampoco
funciona; porque la Coordinación de Cultura no tuvo representante que la engrandeciera
el año anterior. Fue una fantasmagoría.
No funciona porque no es eficiente quien dirige
el Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento. Ambos
conformaron el coro perfecto en donde la palabra “inoperancia” se repitió
incesantemente.
Y no es un embeleco; la Ley 397 de 1997
en su artículo 60 trata sobre los Consejos Municipales de Cultura; representantes
de la sociedad civil empoderados para concertar con el Estado, liderando y
asesorando al gobierno municipal, “en la
formulación y ejecución de las políticas
y la planificación de los procesos culturales.”
Evidentemente ese acompañamiento que
la ley pide en Girardot no ocurre. No participó en la organización del Plan de
Desarrollo 2016-2019 por su nombramiento tardío; solo hasta el mes de agosto. Propinándole
un puntapié a la intención de crear escenarios incluyentes para que aquellos
inmersos en la Cultura modifiquen la
estructura endeble y anquilosada de nuestra regresiva y retardatoria realidad cultural.
Un Consejo Municipal de Cultura integrado por algunos contratistas o ex
contratistas de la alcaldía de Girardot; aunque la Ley no lo prohíbe es un acto que por
transparencia, equilibrio y ética no debería permitirse. Por otro lado el representante de la comunidad educativa que ordena
la Ley, no existe.
Todo con él es abusivo, grosero y desproporcionado. Reuniones en salones sucios, aromatizados con
los más añejos aromas excrementales, en donde se debe escribir bajo la luz de
un teléfono celular; aturdidos por el bullicio callejero de traganíqueles vociferantes
como monstruos “multi-lenguados”; son los sitios en donde la coordinadora de cultura,
Johanna Amórtegui, exige adelantar las
reuniones, aunque existan salones disponibles propicios ya asignados, cómodos y con aire acondicionado. Por alguna razón desconocida se prefiere la
porquería.
¿Será que el hecho de que los
consejeros de cultura se ofrezcan a
trabajar sin remuneración alguna, los ubica irremediablemente en la cloaca de la sociedad?
¡Paradójico sería!
Pero hay algo más absurdo en todo este
sainete; la coordinadora de cultura fue en alguna época consejera de cultura de
Girardot. ¿Qué la motivó a maltratar a
los consejeros de cultura actuales? ¿Qué la impulsó a programar dos reuniones
en menos de dos semanas para incumplirlas? (7 y 15 de diciembre). ¿Será desconocimiento
de sus funciones como secretaria técnica del Consejo Municipal de Cultura?
María Consuelo Méndez Méndez, asesora
en la Dirección de Fomento Regional del
Ministerio de Cultura, escribe sobre algunas características de la secretaria
técnica: “(…) generar condiciones para
hacer más efectivo el desempeño del consejo. (…) la secretaría técnica orienta,
convoca, motiva, apoya, recoge y registra la tarea del
consejo. Su rol, en síntesis, dinamizar este
espacio de participación, para lo cual debe facilitar la
participación en las reuniones, garantizar la
logística para el desarrollo de las mismas, presentar informes de su gestión, promover la capacitación
de los integrantes del consejo (…).”
Por si no entiende, “Para realizar un trabajo colaborativo entre
la institucionalidad y la comunidad cultural, se requiere que cada una de las
partes tenga una actitud favorable a la participación y una disposición
permanente a la concertación.”
Algunos consejeros de cultura de
periodos anteriores nos ratificaron que el
Consejo Municipal de Cultura es un adefesio inservible y mentiroso.
El alcalde Arbeláez debe confrontar
esta situación y hacer los correctivos necesarios para enderezar esta entidad y
construir sobre los escombros de la clase politiquera y sus criados. Él debe comprender que la Coordinación de
Cultura necesita una renovación que inyecte trabajo, mucho trabajo, que inunde a la casi ciudad de la Cultura que
hoy se atropella.
Esperar los nombramientos…
Nota del editor: Todos los entrevistados fueron consejeros de
cultura de Girardot en periodos anteriores, a excepción de Bárbara León, fundadora del
Club de Lectura de Girardot.
Totalmente de acuerdo, cómo podemos revocar o dejar insubsistente a esos pésimos funcionarios?
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ResponderEliminarCésar buenos días. Como primera medida gracias por su comentario; bienvenido al blog. Revocar el nombramiento solamente lo puede hacer el alcalde de turno; pues estos visitantes no son elegidos por elección popular, sino de manera amañada, es decir la mayoría de las veces son los favores devueltos por los favores recibidos; de otra manera no se entendería como los ratifican o vuelven a nombrar sin mostrar resultados exitosos. La participación de la ciudadanía, construyendo ciudad a través de la Cultura, sin contemplar la idea de mendigarle al gobierno municipal es la alternativa más cercana; tenemos la posibilidad, aunque no es lo ideal, de reemplazar la ineptitud y la displicencia administrativa con trabajo, proactividad, pasión, amor, compromiso y afinidad en lo Cultural. La protesta panfletaria y repetida en sus modelos desgastados, debe eliminarse para que de paso a la construcción de ciudad con trabajo, con pedagogía, arraigo y mucha sensibilidad. El momento no da para elucubraciones románticas sino para acciones decididas. La sociedad civil es más eficiente.
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