«DE TURISMO» POR GIRARDOT
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¿En los andenes? |
Desearía poder cambiar la imagen de Girardot. Decir que además de haber dado el salto a
ciudad, es coherente y consecuente con sus políticas locales y selectivas de
gobierno y autoridad.
Desearía poder correr ese velo tupido que no la deja ver bien desde
ningún ángulo, no obstante, otros por medio de fotoshop, publirreportajes
disfrazados o análisis carentes de profundidad técnica e investigativa,
muestren una «ciudad» progresista, futurista, turista…y todos los buenos
términos terminados en «ista».
Desearía poder decir que el gran negocio que se han venido inventando y
convenciendo al pueblo de que existe…existe...¡pero no existe!
Esa clase de turismo que todavía persiste, en medio de porquería,
fetidez, infracciones de tránsito no sancionadas, abusos, desmanes, atropellos,
desidia, displicencia, complacencia, ignorancia, tolerancia de la mala,
cinismo, absentismo (que es lo mismo que ausentismo), no termina siendo más que
una multitud de viajeros urgidos por desfogar sus básicos instintos en un sitio
diferente al de su origen.
Por allá, ¡ni
por El Putas pueden hacerlo!
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¡Cebra ocupada, cebra perdida! |
El turismo sostenible, concepto del que hablaré más ampliamente en otra
ocasión, es característica de comunidades responsables con su medio ambiente,
su cultura y el bienestar económico de sus pobladores. Ninguno de estos tres conceptos es manejado en
esta casi ciudad.
El medio ambiente se afecta inmisericordemente sin que ningún ente
local (Concejo Municipal, Cámara de Comercio, Alcaldía Municipal, la Academia,
grupos ambientalistas locales) diseñe políticas públicas realizables para
minimizar el impacto originado por la inmensidad de basura no reciclada, producida por la cantidad de personas que se volcán
a su ritual de veraneo; además del monóxido de carbono e hidrocarburos
expulsados por los miles de vehículos automotores que circulan por las vías
derruidas del pueblo, ahora en franco aumento con la desbandada que llega del
municipio de Ricaurte.
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¿Prohibido parquear? |
A lo anterior hay que agregarle la despreocupación y el desinterés por
que los ingresos del turismo lleguen en gran parte a las clases menos favorecidas. Porque los beneficios del turismo
«se reparten ampliamente en toda la sociedad»;
y no solamente en unos cuantos privilegiados vitalicios que no devuelven un
ápice en especies del usufructo que reciben.
Por otro lado, demasiado explícita la actitud que adoptan los guardas de
tránsito durante las épocas de vacaciones, contrastada con la que tienen cuando
deben sobrevivir exclusivamente con los de la fauna local.
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Ni uno ni tres. Todo el sector bancario invadido de vehículos en estacionamiento |
Mientras que en el segundo caso son los agentes implacables,
insobornables y verticales, en el primero difícilmente aparecen. Todas las irregularidades, brutalidades e
infracciones son bienvenidas. Los pasos
de cebra se invaden, los «prohibido parquear» son decoraciones repetidas, los
andenes sirven de parqueaderos, y las zonas bancarias, en donde no se debe estacionar, son garajes gigantes gratuitos.
Pero los pasos de cebra también son utilizados para la distribución y venta de productos. Es decir, como el desorden impera, que impere por completo. Cada quién va por lo suyo y que el pueblo en su deterioro continúe.
EN BUSCA DE LA CEBRA...
Pero no son especialmente los automóviles y las motos, acompañados de vendedores ambulantes los que atentan contra la integridad física de los transeúntes invadiendo las ya mancilladas cebras.
También están los depósitos de basura que obstaculizan de manera generalizada y permanente andenes y vías. Pienso que es más lo que afectaron la movilidad, ya deteriorada de por si, que lo que beneficiaron en el aspecto de imagen y aseo para la casi ciudad.
Además porque estéticamente su apariencia es lúgubre y deprimente. Van y vienen por las esquinas y carreteras complementando una fealdad que huele a ciudad abandonada.
Me gustaría poder escribir algo diferente, pero las imágenes no me lo
permiten.