¡CIPOTE NOMBRE!
«Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe…Sólo la cultura
da libertad…No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar,
sino dad pensamiento. La libertad que
hay que dar al pueblo es la cultura».
Miguel de Unamuno – Escritor.
Vista parcial de la "Cumbre" Cultural de Cundinamarca, en el salón Atanasio del Hotel Tocarema. (Girardot - Colombia) |
El 28 de noviembre, cuando Tutú y Batuta - Academia de Arte presentaba en el auditorio del Banco de la
República un concierto con sus niños artistas; Fabio Vásquez Ramírez y el gestor cultural Armando García Yepes preparaban la II Muestra Regional de Artes Plásticas (así los “fariseos” intentaran
la noche de apertura robarse los merecimientos) y, próximos al I Festival Internacional de
Literatura y Afines de Girardot, organizado por el Banco de la República de
Girardot y el escritor Ricardo Infante, en
el salón Atanasio, del Hotel Tocarema, se llevaba a cabo la ¡Cumbre Cultural de Cundinamarca!
¡Tronco de nombre grande pa’ continuar en lo mismo! (Así hubiera
exclamado El Flecha).
Mientras gestores culturales y empresarios temerarios, desde varios
años atrás, ofrecen su tiempo, su capital económico, en el Hotel Tocarema, los
“cacaos” de Cundinamarca (incluido por supuesto Girardot), en una descumbrada
reunión suntuosa, fingían la creación de pócimas mágicas para descifrar con su
sabiduría un problema sobre diagnosticado.
Lo más insultante es que la descumbrada reunión la realizan en
Girardot; un municipio en donde la Cultura ha sido un tema despreciado por la
administración municipal.
Pero lo más alucinante de todo, es pretender el éxito de una «Cumbre»
invitando a algunos funcionarios que en dos o tres días serían desempleados. Pareció más, por las condiciones expuestas,
un paseo navideño de despedida.
Pero no fue solamente el supuesto despilfarro el que indigna. Indigna que el IDECUT mencione en su
documento de «Estrategia de Asesoría Territorial-EAT» que para «impulsar la implementación de este modelo
[…] trabaja mancomunadamente con los ConsejosMunicipales de Cultura, espacios de participación en los que el
instituto cree, respeta y valora profundamente […]». (El subrayado es mío).
Representantes del IDECUT, desde finales del 2016, conocen la situación
de menosprecio de la administración municipal de Girardot hacia la Cultura y el
Consejo de Cultura de Girardot; y a eso llaman respetar y valorar
profundamente.
Dicen trabajar mancomunadamente cuando en el transcurso de un año solo
en una ocasión, que recuerde, hicieron presencia en el municipio para
establecer un precario diálogo con los consejeros de cultura.
Una asesora de la Dirección de Fomento Regional del Ministerio de
Cultura también conoció las condiciones humillantes con las que se trata a los
consejeros de cultura. Mutismo absoluto.
Ahora pretende la Gobernación de Cundinamarca y el IDECUT, conocedor
este último del ostracismo impuesto a la Cultura de Girardot por los «mecenas»,
lograr «[…] que la comunidad se apropie y
ejerza de forma libre y plena sus derechos culturales».
¿Ignorando a los consejeros de cultura y gestores culturales? ¿A la
empresa privada que por años viene rescatando a la Cultura del cuarto de la
basura en donde la han pisoteado pública y repetidamente?
Los altos mandos de Girardot, absolutamente incultos, tienen la
convicción de la inutilidad y sinrazón de la Cultura. Por acción o por omisión, pausada y subrepticiamente,
el arte, las letras, la sensibilidad y la belleza la intentan ocultar. Saben bien que un pueblo culto es un pueblo
inteligente y que un pueblo inteligente aprende a exigir.
El Consejo de Cultura no ha funcionado desde su posicionamiento; tres o
cuatro desaliñadas reuniones en más de un año.
Ocupados sus «taburetes» por algunos contratistas del municipio,
familiares de contratistas y antiguos consejeros, que, petrificados por la antigüedad
y acomodados en la silla de la mediocridad, parecen penar en el tiempo.
Además de los consejeros de cultura que por primera vez ocupan el cargo;
algunos irresponsablemente ausentes en el momento de exigir el buen
funcionamiento del consejo.
Una Coordinación de Cultura que, por sus errores voluntarios o
involuntarios, perdió su capacidad de convocatoria; llegando al límite de no
alcanzar cuórum para ninguna de sus
cuatro citaciones en doce meses de administración.
Una alcaldía designada en la que se insinúa distanciamiento con la
coordinadora de cultura. Poco acompañamiento, poco apoyo y ninguna supervisión.
Un delegado encargado del presidente del Instituto de Turismo, Cultura
y Fomento, Diego Salas, que incumplió su palabra empeñada a un consejero de
cultura, comprometiéndose a acompañar la gestión. Ausencia total.
Un José Alejandro Arbeláez Cruz, que, tocando el límite de los seis
meses, no ha tenido el tiempo, la voluntad ni el respeto hacia quienes se
postularon a integrar la junta directiva del Instituto Municipal de Turismo,
Cultura y Fomento, para escoger sus favoritos.
¿Aún se preguntará por qué la ausencia de candidatos ante la
convocatoria? Porque también en el
ámbito cultural nadie les cree. (A la
hora de enviar este artículo no se conocía nombre alguno).
Señores del IDECUT y de la gobernación de Cundinamarca, les entrego un
análisis ágil, real y demostrable de la situación. Sin necesidad de cumbres y sin costo
económico.
Basta ya de eufemismos burocráticos y cumbres de temporada. Que la única herramienta que tiene Girardot
para escarbar la Cultura…¡son las uñas!
NOTA: Este artículo se publicó a finales del 2017. Por error fue eliminado del blog, razón por la cual se publica nuevamente con pequeñas modificaciones.
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