lunes, 1 de enero de 2018




¡CIPOTE NOMBRE!



«Sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe…Sólo la cultura da libertad…No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamiento.  La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura».  Miguel de Unamuno – Escritor.

Vista parcial de la "Cumbre" Cultural de Cundinamarca, en el salón Atanasio del Hotel Tocarema. (Girardot - Colombia)

El 28 de noviembre,  cuando Tutú y Batuta - Academia de Arte  presentaba en el auditorio del Banco de la República un concierto con sus niños artistas; Fabio Vásquez Ramírez y el  gestor cultural Armando García Yepes  preparaban la II Muestra Regional de Artes Plásticas (así los “fariseos” intentaran la noche de apertura robarse los merecimientos) y,  próximos al I Festival Internacional de Literatura y Afines de Girardot, organizado por el Banco de la República de Girardot  y el escritor Ricardo Infante, en el salón Atanasio,  del Hotel Tocarema,  se llevaba a cabo la ¡Cumbre Cultural  de Cundinamarca!

¡Tronco de nombre grande pa’ continuar en lo mismo! (Así hubiera exclamado El Flecha).

Mientras gestores culturales y empresarios temerarios, desde varios años atrás, ofrecen su tiempo, su capital económico, en el Hotel Tocarema, los “cacaos” de Cundinamarca (incluido por supuesto Girardot), en una descumbrada reunión suntuosa, fingían la creación de pócimas mágicas para descifrar con su sabiduría un problema sobre diagnosticado.

Lo más insultante es que la descumbrada reunión la realizan en Girardot; un municipio en donde la Cultura ha sido un tema despreciado por la administración municipal.

Pero lo más alucinante de todo, es pretender el éxito de una «Cumbre» invitando a algunos funcionarios que en dos o tres días serían desempleados.  Pareció más, por las condiciones expuestas, un paseo navideño de despedida.

Pero no fue solamente el supuesto despilfarro el que indigna.  Indigna que el IDECUT mencione en su documento de «Estrategia de Asesoría Territorial-EAT» que para «impulsar la implementación de este modelo […] trabaja mancomunadamente con los ConsejosMunicipales de Cultura, espacios de participación en los que el instituto cree, respeta y valora profundamente […]».  (El subrayado es mío).

Representantes del IDECUT, desde finales del 2016, conocen la situación de menosprecio de la administración municipal de Girardot hacia la Cultura y el Consejo de Cultura de Girardot; y a eso llaman respetar y valorar profundamente. 

Dicen trabajar mancomunadamente cuando en el transcurso de un año solo en una ocasión, que recuerde, hicieron presencia en el municipio para establecer un precario diálogo con los consejeros de cultura.

Una asesora de la Dirección de Fomento Regional del Ministerio de Cultura también conoció las condiciones humillantes con las que se trata a los consejeros de cultura.  Mutismo absoluto.

Ahora pretende la Gobernación de Cundinamarca y el IDECUT, conocedor este último del ostracismo impuesto a la Cultura de Girardot por los «mecenas», lograr «[…] que la comunidad se apropie y ejerza de forma libre y plena sus derechos culturales».

¿Ignorando a los consejeros de cultura y gestores culturales? ¿A la empresa privada que por años viene rescatando a la Cultura del cuarto de la basura en donde la han pisoteado pública y repetidamente?

Los altos mandos de Girardot, absolutamente incultos, tienen la convicción de la inutilidad y sinrazón de la Cultura.  Por acción o por omisión, pausada y subrepticiamente, el arte, las letras, la sensibilidad y la belleza la intentan ocultar.  Saben bien que un pueblo culto es un pueblo inteligente y que un pueblo inteligente aprende a exigir.

El Consejo de Cultura no ha funcionado desde su posicionamiento; tres o cuatro desaliñadas reuniones en más de un año.  Ocupados sus «taburetes» por algunos contratistas del municipio, familiares de contratistas y antiguos consejeros, que, petrificados por la antigüedad y acomodados en la silla de la mediocridad, parecen penar en el tiempo.

Además de los consejeros de cultura que por primera vez ocupan el cargo; algunos irresponsablemente ausentes en el momento de exigir el buen funcionamiento del consejo.

Una Coordinación de Cultura que, por sus errores voluntarios o involuntarios, perdió su capacidad de convocatoria; llegando al límite de no alcanzar cuórum para ninguna de sus cuatro citaciones en doce meses de administración.

Una alcaldía designada en la que se insinúa distanciamiento con la coordinadora de cultura. Poco acompañamiento, poco apoyo y ninguna supervisión.

Un delegado encargado del presidente del Instituto de Turismo, Cultura y Fomento, Diego Salas, que incumplió su palabra empeñada a un consejero de cultura, comprometiéndose a acompañar la gestión.  Ausencia total.

Un José Alejandro Arbeláez Cruz, que, tocando el límite de los seis meses, no ha tenido el tiempo, la voluntad ni el respeto hacia quienes se postularon a integrar la junta directiva del Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento, para escoger sus favoritos.  ¿Aún se preguntará por qué la ausencia de candidatos ante la convocatoria?  Porque también en el ámbito cultural nadie les cree.  (A la hora de enviar este artículo no se conocía nombre alguno).

Señores del IDECUT y de la gobernación de Cundinamarca, les entrego un análisis ágil, real y demostrable de la situación.  Sin necesidad de cumbres y sin costo económico.


Basta ya de eufemismos burocráticos y cumbres de temporada.  Que la única herramienta que tiene Girardot para escarbar la Cultura…¡son las uñas!


NOTAEste artículo se publicó a finales del 2017.  Por error fue eliminado del blog, razón por la cual se publica nuevamente con pequeñas modificaciones.

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