HABITANTES INVISIBLES
Hogar de Paso ubicado en el barrio Santa Helena de Girardot (Colombia). |
Murió incinerado
como en la inquisición. Así fue el final
de "Calidoso", el indigente
vallecaucano que el 2 de mayo del 2014 fue rociado con gasolina y prendido con
fuego por otro habitante de la calle.
Aunque hubo
marchas de ciudadanos y universitarios en muestra de solidaridad y repudio por el
escabroso acto, la cosa no pasó de ahí.
Así puede ser el
final de un habitante de la calle en el
peor de los casos. Duermen a la intemperie, comen los sobrados que les niega
la elegante sociedad; drogándose para escapar de la realidad, harapientos,
sedientos, invisibles.
La Corte Suprema
de Justicia en un concepto acertado y moderno desde la defensa del ser humano
como persona digna y con derechos fundamentales, ha explicado cómo en nuestro
país partiendo del concepto de la “teoría
de la defensa social” se incentivó y motivó la represión a ultranza para
los habitantes de la calle. Imponiendo medidas “extra o ante delictum” a quienes la misma sociedad consideraba
peligrosos o sospechosos.
Desde 1936 con
la Ley 48 que trata “sobre vagos,
maleantes y rateros” ya se legislaba contra la dignidad de las personas que
habitaban la calle y se les castigaba como si su condición de vulnerabilidad e
indefensión fuera delito. La sanción por
dedicarse sin “causa justificada” a
la mendicidad era condenarlos a colonias agrícolas por el tiempo de uno a cinco
años. Era tan violatoria la ley que
inclusive contemplaba la posibilidad de prohibir su residencia en determinado
lugar de carácter definitivo.
Esta “corriente peligrosista” como la
califica acertadamente la Corte, se mantiene en el Decreto 522 de 1971, en
donde aunque se realizan algunas modificaciones en ciertas contravenciones,
mantuvo sin reparo alguno la sanción mediante aislamiento en colonia agrícola.
Acusando un
mejor juicio y cordura, con el nuevo Código Penal de 1980 se elimina
tajantemente “toda postura peligrosista”. Las medidas de seguridad aparecen como
sanciones, y no como penas, con fines de tutela, curativos y rehabilitación
para inimputables. De igual manera se elimina la sanción a relegación a colonia
agrícola penal dándose un paso a la racionalidad.
Indiscutiblemente
la Constitución de 1991 con unos objetivos claros en defensa de la igualdad, la
libre determinación de la persona y la dignidad humana, previene de manera
radical la posibilidad de “revivir
medidas coactivas y represivas contra los habitantes de la calle, incluso si su
modo de realización personal nos resulta reprochable para el conjunto de la
sociedad o perjudicial para estos mismos”. Así lo deduce la Corte Suprema de Justicia en una de
sus sentencias.
Este pasado
refleja el trato inapropiado que los indigentes han recibido por parte de los
legisladores. Muestra a las claras el atraso de nuestras leyes y la lentitud
para ir adoptando conceptos universales como el de la inclusión y el respeto por la dignidad humana.
Queda claro que
la mendicidad no es un delito ni una contravención. Y que por lo tanto no se puede castigar como
tal. De hecho se ha determinado que la pobreza no es una elección
autónoma. Es una situación que nadie
escoge por gusto.
Intentando
aportar elementos nuevos a la situación del indigente, se aprobó la ley 1641del 12 de julio del 2013. Una política
pública social que pretende amparar y proteger a los habitantes de la calle.
Pero los
gobernantes, aunque obligados por la ley, o no la conocen o le restan toda importancia
seguramente porque no incrementa su caudal
electoral. La desconocen también algunos funcionarios del ICBF aunque estén inmersos como punto de apoyo para priorizar una
atención inmediata a niños, niñas y adolescentes indefensos y vulnerables,
rehabilitándolos de manera temprana y oportuna para poder reinsertarlos como
ciudadanos de bien en la sociedad.
Esto pasa en
Girardot. Facilitando un aumento de estos habitantes que desborda cualquier
cálculo.
Nada se ha hecho
frente al caso. Solo el intento de una campaña contra la limosna que distorsiona
la complejidad del problema.
Hay una
dependencia en lo que se llama “el
antiguo ITUC” que maneja el tema de emigrantes. Dicen tener
un censo de aproximadamente 750
habitantes de la calle entre locales y flotantes. No hay estadísticas para los indigentes que
residen en Girardot lo que traduce que
no existen políticas para apoyar a estas personas. Si no hay números no hay estrategias.
Quienes atienden
esta dependencia todavía tienen el paradigma de que estos seres vulnerables se
encuentran en esta situación por su propio deseo y que no presentan ninguna
actitud al cambio ni a la rehabilitación.
Algo diferente
piensa la Relatora Especial sobre la
extrema pobreza y los derechos humanos que en el 2011 advirtió sobre los prejuicios impuestos a los pobres, por los “ciudadanos
de bien”: pereza e irresponsabilidad. La
Relatora Especial señala que por el contrario obedece a un fenómeno
multidimensional, del que no se escapa si no existe un apoyo institucional
serio. Apoyo que por supuesto en
Girardot no existe.
¿Qué esperará la
administración municipal? La ley está
dada. Y el hecho de que todavía no se
encuentre reglamentada no justifica su pasividad. La Corte advierte que “las autoridades deben valorar las condiciones de marginalidad,alienación, ignorancia o pobreza extrema de los habitantes de la calle paraerigir acciones afirmativas focalizadas en sectores poblaciones especialmentevulnerables (…)”
Ya existen
modelos exitosos en ciudades gobernadas humanamente. Bogotá se destaca con fases como la Acogida,
(similitud con un hogar de paso); autocuidado (alimentación básica, cuidado del
cuerpo e higiene); desarrollo personal e integral (9 meses de acompañamiento y
seguimiento sicosocial); autocuidado móvil (el mismo de autocuidado pero
itinerante en un tráiler), contacto activo (ubicación día y noche en sus
lugares de concentración para direccionarlos a las diferentes modalidades de
acogida). Todo de domingo a domingo.
En conclusión,
aunque las leyes se hayan ido modificando acordes a la evolución y al sentido
humano que impera en la actualidad, aquí continuamos enceguecidos. Gobernantes y ciudadanía mirando para el lado
menos feo, caminando por el sitio menos fétido, invisibilizando lo visible.
No propongo nada
porque todo está legislado. Esta es otra
tarea pendiente de esta administración que se la endosa al alcalde
entrante. ¿Tendrá el ganador la
sensibilidad suficiente para mirarlos como seres humanos?
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