Carta Abierta
LA
ENCRUCIJADA
¨Ni
el enfermo come, ni hay qué darle¨
Aprovechando la época electoral y después de darle vueltas
al asunto, diría que uno de los principales problemas de Girardot, es la falta
efectiva de fuentes de empleo.
Desde la desbandada de la mediana y gran industria
de nuestro municipio propiciada por el errático manejo tributario de los
gobernantes de turno, que ávidos por conseguir recursos que les permitieran
mejores negociados, terminaron aburriendo al pequeño grupo de industriales que
terminaron espantados por la falta de incentivos más la cascada cada vez más
onerosa de impuestos; que los obligaron a partir llevándose con ellos las
oportunidades laborales de un sinnúmero de personas.
Terminamos
teniendo como el más grande empleador al municipio mismo. Y como fuentes de empleo las derivadas de los
puestos públicos de las disminuidas empresas municipales, que los gobernantes
de turno utilizan como fortines políticos para pagar votos y conceder dádivas a
sus simpatizantes.
Mientras
tanto el trabajo informal, el sub empleo
y peor aún la delincuencia común,
crecen en forma desmedida.
Si
bien el boom de la construcción en el municipio de Ricaurte y en menor escala en Girardot, algo ha mitigado el
desempleo, ha desnudado otro problema que se articula con el aquí tratado, y es
la falta de mano de obra calificada de nuestros obreros que ha hecho necesaria
la traída de aquellos, de otras partes del país.
Pero
las deficiencias del sistema educativo han hecho mella en nuestra juventud que
tras recibir una mediocre educación primaria y secundaria se encuentran
desestimulados para enfrentar la educación superior y la mayoría prefiere
enfrentar la vida en busca de solucionar sus problemas económicos. Es allí
donde la laxitud de nuestra moral social permeada hace años por la narco
filosofía les abre a muchos el camino del dinero fácil, que termina seduciendo a muchos de nuestros
mal estructurados jóvenes y en todas las clases sociales. Una consecuencia más
del desmedido culto al individualismo que profesa nuestra sociedad y que se
apoya en el “todo vale” para lograr sus objetivos.
Estas
reflexiones espero sirvan para evaluar la importancia de nuestra decisión de
votar con el deseo general de lograr que las cosas mejoren. Conocer a fondo las
alternativas y programas para elegir el que a conciencia más nos convenza; o
hacer uso del voto en blanco si el programa que deseamos no existe. Y luego de
este ejercicio democrático recordemos lo que por desgracia siempre olvidamos:
que somos nosotros, los electores, los primeros fiscalizadores, el primer ente
de control para asegurar que lo que nos prometen se cumpla y tenemos los
mecanismos para hacerlos cumplir; somos dueños de nuestro destino.
M.V. Gonzalo Martín Abaunza.
Publicado en septiembre de 2015
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