martes, 5 de enero de 2016




Carta Abierta


LA ENCRUCIJADA
¨Ni el enfermo come, ni hay qué darle¨


Aprovechando  la época electoral y después de darle vueltas al asunto, diría que uno de los principales problemas de Girardot, es la falta efectiva de fuentes de empleo.

Desde  la desbandada de la mediana y gran industria de nuestro municipio propiciada por el errático manejo tributario de los gobernantes de turno, que ávidos por conseguir recursos que les permitieran mejores negociados, terminaron aburriendo al pequeño grupo de industriales que terminaron espantados por la falta de incentivos más la cascada cada vez más onerosa de impuestos; que los obligaron a partir llevándose con ellos las oportunidades laborales de un sinnúmero de personas.

Terminamos teniendo como el más grande empleador al municipio mismo.  Y como fuentes de empleo las derivadas de los puestos públicos de las disminuidas empresas municipales, que los gobernantes de turno utilizan como fortines políticos para pagar votos y conceder dádivas a sus simpatizantes.

Mientras tanto el trabajo informal, el sub empleo  y peor aún la delincuencia común,  crecen en forma desmedida.

Si bien el boom de la construcción en el municipio de Ricaurte y en  menor escala en Girardot, algo ha mitigado el desempleo, ha desnudado otro problema que se articula con el aquí tratado, y es la falta de mano de obra calificada de nuestros obreros que ha hecho necesaria la traída de aquellos, de otras partes del país.

Pero las deficiencias del sistema educativo han hecho mella en nuestra juventud que tras recibir una mediocre educación primaria y secundaria se encuentran desestimulados para enfrentar la educación superior y la mayoría prefiere enfrentar la vida en busca de solucionar sus problemas económicos. Es allí donde la laxitud de nuestra moral social permeada hace años por la narco filosofía les abre a muchos el camino del dinero fácil,  que termina seduciendo a muchos de nuestros mal estructurados jóvenes y en todas las clases sociales. Una consecuencia más del desmedido culto al individualismo que profesa nuestra sociedad y que se apoya en el “todo vale” para lograr sus objetivos.


Estas reflexiones espero sirvan para evaluar la importancia de nuestra decisión de votar con el deseo general de lograr que las cosas mejoren. Conocer a fondo las alternativas y programas para elegir el que a conciencia más nos convenza; o hacer uso del voto en blanco si el programa que deseamos no existe. Y luego de este ejercicio democrático recordemos lo que por desgracia siempre olvidamos: que somos nosotros, los electores, los primeros fiscalizadores, el primer ente de control para asegurar que lo que nos prometen se cumpla y tenemos los mecanismos para hacerlos cumplir; somos dueños de nuestro destino.

M.V. Gonzalo Martín Abaunza.




Publicado en septiembre de 2015  

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