viernes, 31 de julio de 2015



¡EXALTAR LA VIDA!



“(...) Porque así como a la ciudad que tiene quietud y seguridad, le conviene no mudar las leyes y costumbres antiguas, así también a la ciudad que es apremiada y maltratada de otras, le cumple inventar e imaginar cosas nuevas para defenderse; (…)”   Tucídides.

Hace poco la muerte de una persona era considerada un hecho desgraciado y repudiable; no cohonestábamos ni nos regocijábamos con las desgracias de nuestros vecinos, por mal queridos  que estos fueran.

Este hecho ha cambiado hasta el punto de que hoy el girardoteño, el mismo que está expuesto a la inseguridad, va tras de un papel periódico que sirve como obituario diario de tragedias ajenas. 

Es por esto que  no es intrascendente ni de menor calado, que el proyecto de acuerdo a favor del desarme presentado en el segundo periodo ordinario del concejo de Girardot por el concejal Excelino Mayorga, no haya sido aprobado en su primer debate, amenazando con terminar negado antes del fin de este periodo.


PESTAÑINA PARA LA CULTURA



“Este hombre, Germán Rodríguez, (fundador de la Casa de la Cultura de Girardot) es como una abeja, como una lanzadera, va de un lado a otro con una sola idea fija en su corazón, en sus ideales y en su alma.”      Revista “Girardot en 1965.”

En Girardot escasamente suceden cosas interesantes y trascendentes.  Impactantes.  Esto ha hecho que la llegada de un supermercado gigante, la construcción de un centro comercial con visos de estrato 7 para habitantes de estrato 3, o la remodelación del teatro cultural Luis Enrique Osorio se conviertan en el obligatorio tema del mes. 

Hoy precisamente cuando estoy escribiendo este artículo dicen que abrirán nuevamente las puertas del teatro cultural de Girardot.  Las que clausuradas por las mentes clausuradas de los que intentando gobernar, determinaron palabras más o palabras menos que la cultura era un mal  intangible inservible, oneroso socialmente, inútil, estúpido; en síntesis, que valía mucho menos que la basura.

Prueba de esto es la extirpación de la que fue víctima la Casa de la Cultura de Girardot por parte de José Leonardo Rojas Díaz, en el 2001,  atrincherado  en su estrategia de reestructuración administrativa.  Como si reestructurar fuera sinónimo de aniquilar, desaparecer y eliminar.