sábado, 3 de enero de 2015



CIUDADES TURÍSTICAS





Hablar de turismo, para algunos gobernantes y pregoneros ad-hoc, resulta estúpidamente  fácil.  Y ni qué decir cuando de intentar hacerlo se trata.

En los pueblos, hablo de Colombia, cercanos a la Capital de la República, el sol se ha constituido en el único  atractivo turístico que irremediablemente busca un número importante de los más de siete millones de personas que habitan Bogotá.  Y esto sin contar las que viven en los municipios aledaños que tienen las mismas características de clima y sensación térmica.

De ahí el infortunio y desacierto para algunos municipios de que alguien los mal bautizara como “turísticos”.  Creen los que los nombran así  que la congestión indescriptible de peatones y vehículos en las calles, de vendedores ambulantes en los andenes, las carretas vendiendo frutas, hortalizas, espigas, sahumerios, cachuchas y cuanto usted imagine junto a los semáforos y al borde de los andenes,  refleja orgullosamente una viva vocación turística.





Por pensar así y creerse el cuento que se han inventado, han olvidado lo más importante y la razón de ser  para el turismo.  ¡Los visitantes!  En otro escenario más adecuado ¡los turistas!

Este es Girardot el 24 de diciembre recién pasada la media noche. ¿Será esto lo que esperan encontrar los visitantes como atractivo turístico?







1 comentario:

  1. Así como médicos, enfermeras, bomberos, policías, celadores entre otros deben trabajar y turnarse para ello, por qué no hacer lo mismo las empresas prestadoras del servicio de recolección; programar su personal.
    Nos acostumbramos al caos, al desorden, a la mugre, a la anarquía y al desgobierno. Nos acostumbramos a que por la época, todo cabe. Incluida la indiferencia de todos o por lo menos de la inmensa mayoría.
    ¿Será que para el próximo año es posible planear con la suficiente anticipación un plan estratégico no solo para las basuras sino para el espacio público, para el tránsito vehicular y para la movilidad de propios y TURISTAS. Tienen diez meses para ello. “Amanecerá y veremos”.

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