sábado, 20 de diciembre de 2014





MALALA: DEL DOLOR A LA INMORTALIDAD


"Tenía dos opciones.  Una era la de permanecer en silencio y esperar a ser asesinados.  Y el segundo fue hablar y luego ser asesinados.  Elegí la segunda.  Decidí hablar."   Frase de Malala Yousafzai en su intervención recibiendo el Premio Nobel de Paz.


Bien podría desperdiciar este último espacio del año en busca de un personaje  de la vida nacional o local.  No lo hallaría.  Y los anti-personajes por tanto abundar en nuestro medio no me interesan.  Ese infructuoso camino no lo voy a recorrer.

Malala Yousafzai aunque ya ha recibido abundantes elogios y premios impensados por una mujer pakistaní de solo diecisiete años de edad, merece todos los reconocimientos posibles por su determinación para superar las ataduras ideológicas fundamentalistas, las que de nacimiento heredó, obviamente sin su voluntad.

En un país en donde la educación para las mujeres se encuentra prohibida y  están sentenciadas irremediablemente a los quehaceres domésticos y a la crianza de sus hijos, sabrá Dios si con el hombre que ellas quisieran, Malala tuvo la valentía de elevar su voz  y reclamar por su derecho a estudiar. 


El 9 de octubre del 2012,   tres disparos a quemarropa, en su cabeza, cuando se disponía a abordar el bus que la conduciría a la escuela, fue lo que recibió  por enfrentar valerosa y dignamente las prohibiciones de los talibanes.  En ese momento tan solo era una niña de quince años.  Su ceja izquierda fue impactada y el proyectil se desplazó debajo de su piel, en una parte de su cabeza y en su hombro, obligando  a una cirugía reconstructiva que implicó una placa de titanio equipado  y un implante coclear en su cráneo para ayudarla con sus funciones auditivas.

A sus diecisiete años de edad el Comité Noruego del Nobel  decidió otorgarle el Premio Nobel de la Paz 2014.  El personaje más joven en la historia de los Nobel.  Menor de edad, mujer y pakistaní.

Cuando todavía en algunos rincones de Occidente existe sinnúmero de paradigmas insalvables, en un rincón de Pakistán una niña rompe con ellos sin ruborizarse.

Seguramente las condiciones geopolíticas de un territorio hostil y represivo con las mujeres incitó a Malala  a revelarse contra las prohibiciones talibanes,  emprendiendo una lucha solitaria en defensa del derecho de las niñas a la educación. 

Esa madurez, alimentada por su padre y mentor Ziauddin Yousafzai,  buscando una salida a sus derechos como mujer  la empezó a reflejar a sus casi once años de edad, cuando decidió publicar su blog para la BBC urdu.  Por temor a las represalias esta publicación, que viene a ser  su diario personal, la mostró bajo el seudónimo de Gul Makai.  

No fue suficiente su condición de mujer para enfrentarse a unas leyes de un país en donde la preferencia y preponderancia por el sexo masculino es inevitable.    Allí mientras el 80% de hombres pueden trabajar el 20% o menos de las mujeres tienen el mismo derecho.  La educación se encuentra prohibida para ellas al igual que muchas actividades que en cambio los hombres pueden ejercer sin ninguna restricción o prejuicio.

Tres paradigmas derribados por una niña musulmana.  Su edad, su iniciativa casi que solitaria por defender su derecho a estudiar y su condición de mujer en un país  en donde los derechos del sexo femenino son casi que inexistentes. 

Una niña, que con su corta edad, demostró que las excusas que se atraviesan para negarse a emprender las empresas más arduas, las campañas más intensas, los sueños más inalcanzables, son sencillamente eso, excusas, paradigmas destinados a facilitar las injusticias a todos los niveles: exclusión, discriminación, segregación, opresión.  En síntesis tiranía.

Malala Yousafzai acabó con la frase cliché de los políticos y los líderes sociales que decía que “…los niños son el futuro del país y del mundo…”   Solo hasta hoy  se está  empezando a entender que los niños y las niñas no son el futuro del mundo.  Son el presente.  ¡Y qué presente!  Uno tan claro y fecundo que permite que una joven con sus diecisiete años de edad llegue hasta lo más alto del Ayuntamiento de  Oslo.   Demostrando como lo dice el mismo Comité Noruego del Nobel  “(…) que los niños y los jóvenes, también pueden contribuir a la mejora de sus propias situaciones.  Esto se ha hecho en las circunstancias más peligrosas.  A través de su heroica lucha que se ha convertido en un vocero del líder de los derechos de las niñas a la educación.”

Terminó con la peligrosa excusa “¡una sola golondrina no hace verano!”   Excusa facilista que engendra principalmente una pasividad que petrifica la voluntad de la sociedad y la sumerge en un viaje sin retorno,  que hace creer que  sin acompañamiento no existen posibilidades de luchar por los ideales.

Le enseñó al mundo, y sobre todo a las mujeres que hoy todavía no están convencidas o no les importa, que la condición de ser mujer no es relevante cuando de defender sus principios y Derechos se trata.  Que la inteligencia sobrepasa cualquier tentativa de seducción erótica, con el agravante de que esta jamás podrá cambiar el mundo en lo fundamental.

Premio Nacional de la Paz de Pakistan en 2012, Premio Infantil Internacional de la Paz en 2013, XXV Premio Internacional Catalunya 2013, Premio Simone de Beauvoir en el 2013, Premio Sájarov 2013.  Fue nominada para el Premio de la Paz Internacional de la Infancia de la fundación Kid Rigths en el 2011. 

¡Y el galardón del Premio Nobel de la Paz junto al indio Kailash Satyarthi!

No necesito más palabras…





2 comentarios:

  1. Todos tenemos un deber de amor que cumplir, una historia que hacer, una meta que alcanzar. No escogimos el momento para venir al mundo: Ahora podemos hacer el mundo en que nacerá y crecerá la semilla que trajimos con nosotros.
    Gioconda Belli

    ResponderEliminar
  2. Aunque cada vez más escasos, siempre habrán seres humanos valiosos en este mundo hechos de coraje y tesón. Los tiempos cambian y las personas también... Ahora dedicamos menos tiempo para pensar, discernir y actuar, y nos limitamos simplemente a ver y aprovechar lo que los demás hacen. Por fortuna me rodeo y me inundo de ti, ser tan valioso como vida misma.

    ResponderEliminar