TUTÚ
Y BATUTA
«El talento no es solamente […] son muchas
cosas: una familia que contenga y que ayude; pero también el talento natural,
tener algo especial. Hay gente que tiene
todo, pero no tiene ese ángel que se para en el escenario y todas las luces van
ahí. Hay gente que pasa y ni se da
cuenta. Hay gente que trabaja muchísimo,
pero pobre. Si no tiene los pies, el
cuello y los brazos no va a llegar a ningún lado». Paloma Herrera-Bailarina de ballet clásico.
Grupo de niños y niñas participantes en la velada del 21 de abril , en la plazoleta ubicada frente al centro comercial Unicentro, en el municipio de Girardot. |
Hoy en día los gestores culturales son un
excelente recurso humano que tiene la sociedad para alimentar su necesidad de
Cultura y de manifestaciones artísticas que formen personas capaces de pensar,
disentir, discernir y respetar a sus semejantes.
Ellos ocupan los espacios que tramposamente los
gobiernos y sus coequiperos dejan en el olvido porque no les generan grandes
caudales electorales ni utilidades económicas inmediatas, como si el cemento y
el lobby.
Sin lugar a dudas, varios de los gestores son la
médula de la Cultura y de las expresiones artísticas, ellas, que engrandecen el
alma proyectando al ser humano a la inmensidad de lo sobrenatural. Así me atrevo a describirla.
Esto me obliga, so pena de cualquier
señalamiento mezquino, a exaltar desde esta columna a una de las principales
gestoras culturales en Girardot; otra mujer que, sin ser oriunda de este municipio,
lo enaltece con su inteligencia y su Academia de Arte Tutú y Batuta.
No porque compartamos espacios culturales
periódicamente me impide resaltar su laboriosidad y valía dentro de la difícil
tarea de construir Cultura. Por el
contrario, precisamente esa proximidad es la que enriquece mi conocimiento para valorar el esfuerzo que hace distribuyendo su
tiempo, talento y energía entre su familia, la Cultura y la academia.
Angélica Araujo Lemus fundó la Academia de Arte
Tutú y Batuta en el 2013.
Recuerdo que hace algunos años veía padres apresurados llevando a sus pequeños ataviados con trajes para ballet, muy emperifollados y alegres, a algún sitio que en ese momento desconocía. Al pasar el tiempo vine a descubrir que en el segundo piso de una edificación ubicada frente a la carrera décima con calle veintiuna, una academia de arte daba sus primeros pasos, sus primeras pinceladas, sus inéditos acordes.
Recuerdo que hace algunos años veía padres apresurados llevando a sus pequeños ataviados con trajes para ballet, muy emperifollados y alegres, a algún sitio que en ese momento desconocía. Al pasar el tiempo vine a descubrir que en el segundo piso de una edificación ubicada frente a la carrera décima con calle veintiuna, una academia de arte daba sus primeros pasos, sus primeras pinceladas, sus inéditos acordes.
Mucho tiempo después, de manera fortuita,
distinguí a Angélica y su compromiso para entregarle a la Cultura de Girardot
un aire de renovación, que tanta falta le hace no por su escasez sino por su
ausencia.
Un grupo consolidado de instructores, docentes
y planta administrativa, motivados por los mismos ideales, la acompañan incondicionalmente.
La idea de este reconocimiento nació mientras observaba su exhibición en la plazoleta ubicada frente al Centro Comercial
Unicentro, el pasado sábado 21 de abril.
Justo aquel día, cuando me preparaba para salir a la presentación, por
pura coincidencia me encontré con una entrevista a Paloma Herrera efectuada por
Marcelo Longobardi, en CNN en español; una de las bailarinas de ballet clásico
más reconocidas a nivel mundial. Ese
introito ya me dejaba descubrir un mundo que, para mí, al menos hasta ese
momento, a través de algunas películas, se matizaba con una ficción cercana a
la tragedia.
Música, ballet y artes plásticas son las
propuestas que se encuentran a la orden del día en Tutú y Batuta; si bien debe pagarse
para aprenderlas, no deja de ser valioso su aporte al desarrollo cultural,
artístico y social del municipio. No es precisamente la empresa privada quien deba asumir los costos de introducir la Cultura dentro del alma del pueblo, mientras que los que fueron elegidos popularmente para ello, espantan cualquier figura que se le parezca a ella.
La música la manejan profesionales egresados
del Conservatorio de Ibagué; en el arte plástico, la artista María Isabel
Molina «de reconocida trayectoria
nacional e internacional» dirige el área. El ballet clásico está
orientado por la maestra cubana Isabel Cecilia Rodríguez Agüero.
Ochenta niñas y niños constituyen el tesoro
artístico que cada tarde, acompañados por sus mentores principales, sus padres,
tras de escalar los peldaños que conducen a sus aulas, se introducen como
Alicia en el país de las maravillas, en un mundo deslumbrante en donde
solamente existe asombro, encantamiento, fascinación y magia; en una palabra,
¡felicidad!
En su palmarés se registra su participación compartiendo escenario en la gala de fin de año de Allegro Casa Musical, en el Teatro Tolima de Ibagué.
Un sueño hecho realidad. |
En su palmarés se registra su participación compartiendo escenario en la gala de fin de año de Allegro Casa Musical, en el Teatro Tolima de Ibagué.
El ballet clásico ha sido invitado al I y II Festival Internacional de Ballet Clásico Ballerine que se realiza en Neiva, capital del
departamento del Huila. Así mismo,
durante cuatro años, docentes y estudiantes han participado en el Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, en la Habana, Cuba.
Desde el año anterior han establecido convenios
con jardines infantiles de Girardot buscando motivar a niños y padres a
involucrarse en este mundo de fantasía, color y alegría, en el cual el fruto
para las niñas y niños es la posibilidad de crecer en un ambiente armónico en
donde el arte enseña a valorar la vida propia y la de los demás; a maravillarse
de lo más insignificante; de respirar en libertad porque el arte otorga esa
virtud.
La posibilidad es infinita; poder convivir con
una sensibilidad (diferente a sensiblería) con la que el respeto y la
admiración por los semejantes sea no el valor agregado sino el ingrediente de
fondo para construir una Colombia civilizada, capaz de vivir en medio de diferencias que en lugar de obnubilar, propicien la luz de la razón, el entendimiento y el respeto por encima de cualquier disentimiento.
¡En buena hora Angélica Araujo Lemus llegaste a
nuestra tierra!
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