lunes, 30 de abril de 2018





TUTÚ Y BATUTA


«El talento no es solamente […] son muchas cosas: una familia que contenga y que ayude; pero también el talento natural, tener algo especial.  Hay gente que tiene todo, pero no tiene ese ángel que se para en el escenario y todas las luces van ahí.  Hay gente que pasa y ni se da cuenta.  Hay gente que trabaja muchísimo, pero pobre.  Si no tiene los pies, el cuello y los brazos no va a llegar a ningún lado».  Paloma Herrera-Bailarina de ballet clásico.


Grupo de niños y niñas participantes en la velada del 21 de abril , en la plazoleta ubicada frente al centro comercial Unicentro, en el municipio de Girardot.

Hoy en día los gestores culturales son un excelente recurso humano que tiene la sociedad para alimentar su necesidad de Cultura y de manifestaciones artísticas que formen personas capaces de pensar, disentir, discernir y respetar a sus semejantes.

Ellos ocupan los espacios que tramposamente los gobiernos y sus coequiperos dejan en el olvido porque no les generan grandes caudales electorales ni utilidades económicas inmediatas, como si el cemento y el lobby.

Sin lugar a dudas, varios de los gestores son la médula de la Cultura y de las expresiones artísticas, ellas, que engrandecen el alma proyectando al ser humano a la inmensidad de lo sobrenatural. Así me atrevo a describirla. 

Esto me obliga, so pena de cualquier señalamiento mezquino, a exaltar desde esta columna a una de las principales gestoras culturales en Girardot; otra mujer que, sin ser oriunda de este municipio, lo enaltece con su inteligencia y su Academia de Arte Tutú y Batuta.

No porque compartamos espacios culturales periódicamente me impide resaltar su laboriosidad y valía dentro de la difícil tarea de construir Cultura. Por el contrario, precisamente esa proximidad es la que enriquece mi conocimiento para valorar el esfuerzo que hace distribuyendo su tiempo, talento y energía entre su familia, la Cultura  y la academia. 

Angélica Araujo Lemus fundó la Academia de Arte Tutú y Batuta en el 2013. 



Recuerdo que hace algunos años veía padres apresurados llevando a sus pequeños ataviados con trajes para ballet, muy emperifollados y alegres, a algún sitio que en ese momento desconocía. Al pasar el tiempo vine a descubrir que en el segundo piso de una edificación ubicada frente a la carrera décima con calle veintiuna, una academia de arte daba sus primeros pasos, sus primeras pinceladas, sus inéditos acordes.

Mucho tiempo después, de manera fortuita, distinguí a Angélica y su compromiso para entregarle a la Cultura de Girardot un aire de renovación, que tanta falta le hace no por su escasez sino por su ausencia.

Un grupo consolidado de instructores, docentes y planta administrativa, motivados por los mismos ideales, la acompañan incondicionalmente.

La idea de este reconocimiento nació mientras observaba su exhibición en la plazoleta ubicada frente al Centro Comercial Unicentro,  el pasado sábado 21 de abril.

Justo aquel día, cuando me preparaba para salir a la presentación, por pura coincidencia me encontré con una entrevista a Paloma Herrera efectuada por Marcelo Longobardi, en CNN en español; una de las bailarinas de ballet clásico más reconocidas a nivel mundial. Ese introito ya me dejaba descubrir un mundo que, para mí, al menos hasta ese momento, a través de algunas películas, se matizaba con una ficción cercana a la tragedia. 

Música, ballet y artes plásticas son las propuestas que se encuentran a la orden del día en Tutú y Batuta; si bien debe pagarse para aprenderlas, no deja de ser valioso su aporte al desarrollo cultural, artístico y social del municipio.  No es precisamente la empresa privada quien deba asumir los costos de introducir la Cultura dentro del alma del pueblo, mientras que los que fueron elegidos popularmente para ello, espantan cualquier figura que se le parezca a ella.

La música la manejan profesionales egresados del Conservatorio de Ibagué; en el arte plástico, la artista María Isabel Molina «de reconocida trayectoria nacional e internacional» dirige el área. El ballet clásico está orientado por la maestra cubana Isabel Cecilia Rodríguez Agüero.

Ochenta niñas y niños constituyen el tesoro artístico que cada tarde, acompañados por sus mentores principales, sus padres, tras de escalar los peldaños que conducen a sus aulas, se introducen como Alicia en el país de las maravillas, en un mundo deslumbrante en donde solamente existe asombro, encantamiento, fascinación y magia; en una palabra, ¡felicidad!


Un sueño hecho realidad.  







































En su palmarés se registra su participación compartiendo escenario en la gala de fin de año de Allegro Casa Musical, en el Teatro Tolima de Ibagué.

El ballet clásico ha sido invitado al I y II Festival Internacional de Ballet Clásico Ballerine que se realiza en Neiva, capital del departamento del Huila. Así mismo, durante cuatro años, docentes y estudiantes han participado en el  Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, en la Habana, Cuba. 

Desde el año anterior han establecido convenios con jardines infantiles de Girardot buscando motivar a niños y padres a involucrarse en este mundo de fantasía, color y alegría, en el cual el fruto para las niñas y niños es la posibilidad de crecer en un ambiente armónico en donde el arte enseña a valorar la vida propia y la de los demás; a maravillarse de lo más insignificante; de respirar en libertad porque el arte otorga esa virtud.

La posibilidad es infinita; poder convivir con una sensibilidad (diferente a sensiblería) con la que el respeto y la admiración por los semejantes sea no el valor agregado sino el ingrediente de fondo para construir una Colombia civilizada,  capaz de vivir en medio de diferencias que en lugar de obnubilar, propicien la luz de la razón, el entendimiento y el respeto por encima de cualquier disentimiento.

¡En buena hora Angélica Araujo Lemus llegaste a nuestra tierra!


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